La vida humana para las grandes farmacéuticas tiene un precio que no tiene nada que ver con el altruismo, sino que está en relación directa con las ganancias que les pueden aportar los medicamentos y las vacunas, pero no cuentan con que países como Cuba, Brasil, China y Rusia ya las tienen, mejores y baratas y que les arruinarán el negocio.
Pfizer
© REUTERS / Dado Ruvic
"La vida de una sola persona vale más que la propiedad privada del hombre más rico". (Letrero en el Hospital Público Calixto García en La Habana, Cuba)

Esto fue confirmado recientemente por los mandamases de las principales farmacéuticas multinacionales productoras de las vacunas para poner fin a la pandemia del coronavirus que ha terminado con la vida de más de 2,7 millones de personas en el planeta. Los líderes de Pfizer, Moderna y de Johnson & Johnson aseguraron hace poco, por separado, a sus inversionistas que esta pandemia se convertirá en una endemia estacional, lo que permitiría subir el precio de las vacunas basado en su valor en el mercado.

De acuerdo a los estudios de las farmacéuticas, el virus estará persistiendo largo rato transformándose en una endemia perenne a medida que las mutaciones seguirán propagándose y no se descarta que se necesiten inyecciones de refuerzo.

Según el director financiero de Pfizer, Frank D'Amelio, "la necesidad de inyecciones de refuerzo presenta para nosotros una oportunidad significativa para nuestra vacuna desde una perspectiva de demanda y desde una perspectiva de precios".

Las promesas iniciales de las farmacéuticas de no beneficiarse de las vacunas durante la pandemia las está llevando el viento. Ya el año pasado, la corporación AstraZeneca anunció que desde el primero de julio de 2021 cambiará su política de precio de la vacuna.

El presidente de la corporación Moderna, Stephen Hoge y el vicepresidente ejecutivo de Johnson & Johnson, Joseph Wolk afirmaron en las conferencias con sus inversionistas que planean volver a precios más comerciales ya a fines de este año.

Por lo pronto, Moderna se ha negado a participar en el fondo respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para distribuir vacunas a bajo precio a los países en desarrollo.

Debido a esta actitud de los líderes de las principales corporaciones farmacéuticas, las vacunas están por convertirse en algunos de los medicamentos más lucrativos de todos los tiempos. Solo este año, las compañías esperan ganar miles de millones de dólares por la venta de vacunas. De acuerdo al informe del director financiero de Pfizer, Frank D'Amelio, la compañía obtendría en 2021 unos 42.000 millones de dólares en ganancias y de ellos, 15.000 millones por la venta de la vacuna contra el COVID-19. Los beneficios financieros de Moderna por la venta de su vacuna, según lo revelado por su presidente, Stephen Hoge a los inversionistas, "alcanzarían unos 18.000 millones de dólares durante el año en curso". Sin duda alguna, algo similar pasaría con el rendimiento de AstraZeneca y J&J.

Y esto está sucediendo después de que el Gobierno de Donald Trump financió completamente, usando 2.000 millones de dólares del dinero público, todo el proceso de investigación y desarrollo de vacunas anti-COVID-19 de Moderna y J&J. También Pfizer recibió cerca de 2.000 millones de dólares y su socia alemana BioNTech, 500 millones de dólares por sus vacunas. Mientras Washington y Bruselas desataron una guerra informativa usando todos los trucos sucios contra la vacuna china Sinopharm y la rusa Sputnik V, exigiendo tres fases de pruebas para poder ser aceptadas por la OMS, las vacunas de Pfizer, Moderna y J&J fueron aceptadas solo con dos etapas de pruebas.

De acuerdo al principal inmunólogo y virólogo de EEUU, Anthony Fauci, Pfizer, Moderna y J&J, fueron beneficiadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que les aplicó a sus vacunas la Autorización de Uso de Emergencia (EUA), lo que permite a los productores de la medicina y vacunas evitar las inspecciones para comprobar la seguridad de los productos para la salud pública. En caso de la vacuna Moderna, el mismo Dr. Fauci la promocionó con la ayuda de Bill Gates que la financió. Los medios de comunicación globalizados se hicieron la vista gorda frente a la violación del protocolo de aceptación de las vacunas establecido por la OMS.

No obstante, los medios de comunicación convirtieron la aparición de la vacuna rusa Sputnik V, que fue la única de su especie que pasó lo que se llama "la aprobación temporal total concedida" (Full Temporal Approval Granted) antes de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y J&J, en algo inconcebible para el mundo occidental, cuya supuesta superioridad científica se ponía en duda. No podían digerir los dirigentes estadounidenses y los europeos, según el exdiplomático israelí, Yakov Kedmi, que algunos Ivanes rusos puedan superar a los países avanzados.

Lo único que les quedaba a los líderes de la Unión Europea y los Estados Unidos era politizar el éxito de los virólogos rusos. Hace menos de una semana, la agencia Reuters explicó que "si Sputnik V entra en el arsenal de vacunas en Europa, sería un triunfo diplomático para Rusia... También sería un riesgo dividiendo el bloque entre los Estados que están en contra de dar a Moscú alguna posibilidad de ganar su influencia y los que quieren que Bruselas coopere con Rusia".

La presidenta de la Comisión de la Unión Europea (UE), Ursula von der Leyen, se ha convertido en uno de los acérrimos enemigos de la vacuna rusa y ha apoyado todos los pretextos y mitos sobre la deficiencia de la calidad de todo lo que viene de Rusia que los medios de comunicación han estado propagando desde que comenzó la guerra de las vacunas. No se trata de la salud de los ciudadanos, sino de ingresos multimillonarios. Mientras tanto, la vacuna preferida de los líderes de la UE, Oxford-AstraZeneca, tenía problemas con la producción. Bruselas esperaba distribuir 160 millones de dosis durante los primeros tres meses de 2021, suficiente para darle al 22% de los adultos sus dos inyecciones y esperaba recibir 300 millones más de dosis durante el segundo trimestre para llegar a inmunizar en total a más del 60% de la población. Sin embargo, para el final de este marzo Bruselas recibió solo 70 millones de dosis logrando a inmunizar el 4,2% de los ciudadanos de la UE.

También el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas denunció recientemente que Estados Unidos ha adoptado la política del "nacionalismo de las vacunas" al acumular mucha más cantidad de este remedio que necesita su población y se ha negado a compartirlas con otros países, incluyendo sus socios. El Reino Unido está siguiendo el ejemplo de EEUU rechazando compartir sus vacunas con la Unión Europea. A la vez, las compañías farmacéuticas, según el senador norteamericano, Bernie Sanders, "están estafando a la gente" y sus líderes representan "un grupo de ladrones más grande en este país (EEUU)".

Mientras tanto, China ha ofrecido sus vacunas a más de 80 países y a tres organizaciones internacionales, disponiendo de la capacidad de producir cinco millones de vacunas diarias. Rusia, a la vez, ha prometido transferir la fórmula de Sputnik V a cualquier país de forma gratuita, lo que los medios de comunicación han hecho todo lo posible para ocultar o distorsionar. La diferencia en el enfoque de la lucha contra la pandemia entre occidente y los países como Rusia y China consiste en que lo más importante para occidente es la rentabilidad, mientras que tanto en China como Rusia lo principal es la salud de sus ciudadanos.

El otro país que está avanzando aceleradamente en la elaboración de vacunas anti-COVID-19 vacunas es Cuba. Sus dos vacunas Soberana 2 y Abdala (el nombre de un poema teatral de José Martí) ya están en la fase tres de ensayos en Irán, involucrando a 50.000 voluntarios después de firmar un convenio de transferencia de tecnología con este país. También los cubanos están desarrollando junto con los científicos chinos la vacuna Pan-Corona contra diferentes cepas del coronavirus. Tal es el avance de los virólogos cubanos que The Washington Post tuvo que admitir la potencialidad que tiene La Habana para producir sus propias vacunas. Dice el periódico norteamericano que "actualmente en la isla se están desarrollando cinco candidatos vacunales y el país tiene una infraestructura biotecnológica inusualmente sofisticada, debido a la inversión en educación y atención médica, para un pequeño país en desarrollo".

Sin embargo, Cuba tiene para una población de 11 millones de habitantes 31 empresas de investigación y 62 fábricas con más de 20.000 trabajadores. Para The Washington Post, este país "podría estar entre las primeras naciones del mundo en alcanzar la inmunidad colectiva".

Este periódico tuvo que admitir que el Gobierno cubano declaró que está dispuesto a compartir su tecnología en producción de sus vacunas gratuitamente con los países interesados y que sus vacunas no necesitan ninguna refrigeración.

Brasil, uno de los países más golpeados por esta pandemia, debido a la absurda política de su Gobierno que negaba la existencia del COVID-19 durante meses y aún resta su peligrosidad, también ha informado la producción casi concluida de una vacuna, pues cuenta con un laboratorio y una experiencia de 150 años en investigaciones.

Por algo decía Hipócrates, "donde hay amor por medicina, hay amor por la humanidad", entonces, la luz al final del túnel está por llegar, pese a la ambición de la Big Pharma.