No es posible confiar en quien tiene un conflicto de intereses porque lo más probable es que elija la opción que más le convenga en lugar de la que, moralmente, debería elegir. Sabemos que el interés del político, en la partidocracia española, es contrario al de los ciudadanos, pero esta corrupción moral y sistémica ha infectado ya a todas las instituciones y organismos, como puede ser la Sanidad. Emilio y Alberto exponen unos ejemplos que no dejan lugar a dudas.
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