Traducido por el equipo de SOTT.net en español

El 8 de marzo, China lanzó su pasaporte de vacunas nacional, que muestra el estado de vacunación de un ciudadano chino y los resultados de las pruebas de virus a través de un programa en la plataforma de medios sociales chinos WeChat.
WHO china
Al día siguiente, el 9 de marzo, China instó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a que permitiera a Pekín crear y gestionar una base de datos mundial de "pasaportes de vacunas", lo que suscitó temores sobre la privacidad y la expansión de la vigilancia gubernamental.

El programa WeChat y otras aplicaciones chinas para teléfonos inteligentes incluyen un código QR encriptado que permite a las autoridades obtener la información sanitaria de un viajero. Las aplicaciones rastrean la ubicación del usuario y producen un código de color verde, amarillo o rojo para indicar la probabilidad de que tenga el virus, y si la persona puede o no caminar libremente. Estos "códigos sanitarios QR" ya son necesarios para acceder al transporte nacional y a muchos espacios públicos en China.

Sin embargo, según un artículo del New York Times, el uso de programas informáticos para dictar cuarentenas y enviar datos personales a la policía puede sentar un peligroso precedente para el control social automatizado, y erosiona aún más la delgada línea que separa a los titanes tecnológicos de China del Partido Comunista Chino.

No obstante, el medio de comunicación estatal chino Global Times defendió el control de Pekín sobre un sistema global de "pasaporte de vacunas", citando su experiencia con un sistema de código sanitario, y su capacidad para construir una plataforma internacional en una semana, a tiempo para los Juegos Olímpicos de Tokio previstos entre el 23 de julio y el 8 de agosto. China también tiene experiencia en un impresionante sistema de vigilancia doméstica, con más de 626 millones de cámaras de CCTV para sus 1.400 millones de habitantes.

En la actualidad, el problema del sistema de códigos sanitarios de China es la falta de interoperabilidad con otros países, por lo que Pekín necesita que la OMS internacionalice las normas chinas. Según el artículo del Global Times, las autoridades chinas de salud pública ya han estado estudiando la cuestión, y les preocupa "que los distintos países acepten el reconocimiento mutuo [del código sanitario], lo cual sigue siendo un problema importante si se tiene en cuenta que las medidas de prevención de epidemias son diferentes, sin una evaluación y unas normas unificadas".

Para remediar este problema, China ha lanzado "China Standards 2035", una estrategia de larga duración para internacionalizar las normas chinas.

China Standards 2035: Pekín como nuevo líder de las normas mundiales

Tradicionalmente, las empresas tecnológicas occidentales han establecido las normas mundiales, que definen el funcionamiento de las tecnologías e industrias y su interoperabilidad (por ejemplo, que dos o más sistemas funcionen juntos) en todo el mundo. Por ejemplo, empresas estadounidenses y europeas como Qualcomm y Ericsson han estado estableciendo estándares en varias industrias, pero ahora China quiere establecer los estándares para las industrias emergentes como la IA, los drones, el Internet de las Cosas, la salud y la jubilación inteligentes, los equipos de tecnología de la información y la interconexión, entre otros.

Esta ambición no es nueva, sino que se expuso claramente cuando China se adhirió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 y, al mismo tiempo, lanzó su Estrategia Nacional de Normalización. Ahora, está impulsando esta ambición a través de China Standards 2035.

En el informe China Standards 2035, las autoridades chinas expresan su objetivo de "aprovechar la oportunidad" que creó la Covid-19 al proliferar el sistema de información autoritario de China. Su objetivo es cooptar la industria mundial captando el Internet industrial de las cosas, definir la próxima generación de infraestructuras de tecnología de la información y biotecnología, y exportar el sistema de crédito social de China.

Para Pekín, la pandemia de Covid-19 crea una ventana para una transformación global radical en la que se siguen formando nuevas tecnologías y normas técnicas. Según Dai Hong, Director del Segundo Departamento de Normas Industriales del Comité Nacional de Gestión de la Normalización de China en 2018, "esto otorga a la industria y a las normas de China la oportunidad de superar al mundo".

Sin embargo, establecer una plataforma internacional puede llevar algún tiempo, por lo que mientras tanto China confía en la cooperación bilateral. Para ello, tanto Estados Unidos como China están buscando actualmente la cooperación bilateral en materia de salud, y el gobierno de Biden ya está trabajando con las grandes tecnológicas para adoptar el sistema de códigos de salud de China y un pasaporte nacional de vacunas, posiblemente utilizando códigos QR como China o algo más simple como una marca de verificación verde para el estado de vacunación.

Otros países están siguiendo el ejemplo. Israel, por ejemplo, quiere ser el primer país en firmar un acuerdo de reconocimiento mutuo de vacunas con China, según la embajadora israelí en China, Irit Ben-Abba. Israel también ha lanzado el pasaporte vacunal "green pass" para conceder a sus ciudadanos el derecho a visitar lugares públicos como cines y estadios, y ha llegado a acuerdos con Grecia y Chipre para que los titulares de la "tarjeta verde" puedan viajar libremente sin ser puestos en cuarentena. Y a medida que más países firmen acuerdos bilaterales basados en el modelo chino, el pasaporte de vacunas y el sistema sanitario estándar de China pueden acabar internacionalizándose.

No obstante, mientras otros países comienzan a imponer el modelo de pasaporte vacunal de China como criterio para reabrir sus economías, sigue habiendo preocupación por la privacidad individual y la seguridad de los datos.

Acceso a los datos, vigilancia y privacidad personal

Ya en septiembre de 2020, China había lanzado una iniciativa para establecer normas globales de seguridad de datos, que apoya su actual apuesta por el sistema de pasaporte de vacunas mundial a través de la OMS. Sin embargo, algunos expertos en tecnología han expresado su preocupación por las ambiciones de China de establecer normas. Según Nathan Picarsic, de Horizon Advisory, "el juego de normas de China se solapa con su estrategia de acceso asimétrico a los datos y pretende ampliarla". Cuanto más normas tecnológicas y técnicas defina Pekín, más datos asociados estarán sujetos a las políticas de acceso del gobierno chino, como la ley de inteligencia de Pekín, que obliga a todas las empresas con nexos en China a compartir datos con las autoridades chinas si lo solicitan.

También preocupa la vigilancia masiva y la violación de la privacidad personal. Por ejemplo, un análisis del New York Times descubrió que en China, cuando un usuario concede al software sanitario acceso a sus datos personales, una parte del programa denominada "reportInfoAndLocationToPolice" envía a un servidor la ubicación de la persona, el nombre de la ciudad y un número de código identificativo. En Estados Unidos, esto equivale a que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) utilicen aplicaciones de Amazon y Facebook para rastrear el coronavirus y compartan la información de los usuarios con la oficina local del sheriff. Además, el análisis del Times también descubrió que escanear el código de una persona envía la ubicación actual del usuario a los servidores del sistema y permite a las autoridades seguir los movimientos de las personas a lo largo del tiempo, lo que pone de manifiesto el delicado equilibrio entre la seguridad pública y la libertad personal.

En esta coyuntura, es demasiado pronto para saber quién ganará la guerra de las normas. Pero a medida que China sigue ascendiendo en poder, riqueza y poderío militar, mientras Estados Unidos se enfrenta a la inestabilidad interna y a la división política, puede que no pase mucho tiempo antes de que el Reino Medio sustituya a Estados Unidos como nueva potencia hegemónica y, junto con ese privilegio, como abanderado del resto del mundo.
La Dra. Christina Lin es una analista de política exterior afincada en Estados Unidos y especializada en las relaciones entre China y el Mediterráneo. Tiene una amplia experiencia en el gobierno estadounidense trabajando en temas de seguridad nacional y fue consultora de investigación CBRN (química, biológica, radiológica y nuclear) para Jane's Information Group.