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El malestar por los recortes en los servicios públicos y la alta tasa de desempleo , así como el resentimiento contra la actuación de la Policía contra las minorías raciales se montaron detrás de los disturbios que se han producido en los últimos días en Londres.

Muchos de los protagonistas citados por agencias internacionales señalan que la frustración es creciente debido a la mala situación económica que llevó al gobierno británico a recortar de manera drástica muchos de los servicios sociales, lo que ha provocado aún más desencanto entre la población.

"La tensión está creciendo a causa de las medidas que está tomando el gobierno para recortar costos. Las personas de las comunidades más pobres de Londres y del resto del país comienzan a sentirse víctimas de estas decisiones", afirmó un vecino citado por Reuters.

El distrito de Tottenham se ha visto afectado masivamente por los recortes en los servicios sociales decretados por el gobierno conservador para intentar sanear sus cuentas.

Los servicios a la juventud se han visto recortados y el desempleo se ha disparado a causa de los despidos en el sector público.

Tras los violentos choques del sábado a la noche y el domingo en Tottenham, el lunes y martes siguieron los enfrentamientos entre jóvenes y policías. Los detenidos ya son 215. El premier Cameron suspendió sus vacaciones para una reunión urgente.

Cuando vidrios y escombros todavía no habían sido barridos de las calles y el humo seguía saliendo de muchos edificios de Tottenham, nuevos disturbios se encendían en otros barrios de Londres.

Con imágenes parecidas, pero por motivos diferentes, policías y jóvenes volvieron a enfrentarse nuevamente.

A diferencia de lo que sucedió en la noche del sábado y la madrugada del domingo, cuando el crimen de un joven negro provocó una batalla campal, en el norte, el sur y el este de la ciudad, grupos de personas salieron a romper las vidrieras de los comercios para llevarse todo lo que había adentro.

Unas horas después de que la Policía detuviera a 55 personas en Tottenham y comenzaran las tareas de limpieza, en los barrios de Brixton, Streatham, Turnpike Lane, Walthamstow, Chingford y Leyton.

Centenares de jóvenes, muchos de ellos con las caras tapadas, atacaron zonas comerciales de esos distritos londinenses. Allí la policía detuvo ayer a la madrugada cerca de 100 personas.

"Existe un contexto en los disturbios que no puede ser ignorado", escribió ayer la profesora de Filosfía británica, Nina Power, en una columna en el diario The Guardian . "Quienes condenan los hechos en el norte de Londres y en otras partes, harían bien en dar un paso atrás y considerar todo el cuadro", siguió.

"El gobierno sabe muy bien que está haciendo una apuesta, y que sus políticas corren el riesgo de desatar un malestar masivo en una escala que no vemos desde principios de los 80", advirtió Power.

La frustración es evidente en el empobrecido barrio de Tottenham y en muchos otros de Gran Bretaña. Y también existe un extendido desdén hacia a las fuerzas de seguridad por parte de una amplia población de afrocaribeños que se siente abusada.

Las violentas protestas son el último capítulo de una temporada de malestar en Gran Bretaña, con múltiples demostraciones escalando en violencia.

En una señal del creciente deterioro de la situación, el primer ministro, David Cameron, interrumpió sus vacaciones en Italia y tomó un vuelo de regreso a Londres para presidir este martes una reunión de un comité de crisis, mientras policías y políticos hacían lo imposible por contener la ola de violencia, que provocó ya 215 detenidos, de los cuales 25 fueron procesados.

"Esto es totalmente diferente a lo que pasó hace un par de días. Los primeros conflictos fueron en respuesta a la prepotencia policial y el maltrato racial. Lo que sucede ahora es sólo una 'copia' de aquello pero sin el mismo contenido", explicaba Chuka Umunna, el diputado laborista de Streatham, quien se acercó al barrio durante los disturbios.