Durante décadas, miles de niños indígenas sufrieron abusos sexuales y otro tipo de vejaciones en las escuelas residenciales canadienses. Por ello, Ottawa anunció que pagará una millonaria indemnización a las comunidades nativas.
Trudeau
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El Gobierno de Canadá pagará más de 2.000 millones de dólares para compensar los daños cometidos por las autoridades canadienses en contra de esas poblaciones vulnerables.

Los recursos serán destinados a la educación, la cultura y el idioma de los indígenas que aún viven en el país norteamericano, aunque también habrá fondos para "ayudar a los sobrevivientes en su proceso de sanación y reconexión con su herencia".

"Canadá se compromete a reparar el daño colectivo causado por el sistema de escuelas residenciales y la pérdida del idioma, la cultura y el patrimonio", informó el Gobierno canadiense en un comunicado.

Ottawa ha aceptado públicamente que se cometieron abusos desde finales del siglo XIX hasta inicios de la década de 1990. El último establecimiento de este tipo se cerró en 1996. Se estima que más de 150.000 niños fueron enviados a esos colegios, donde fueron aislados de sus familias y sufrieron maltrato, hambre y abusos de todo tipo, incluyendo agresiones sexuales. Gran parte de esas escuelas residenciales eran controladas por la Iglesia católica.

La Administración de Justin Trudeau accedió al pago de la indemnización luego de que el Gobierno fuera demandado por un grupo de 325 comunidades indígenas, las cuales exigieron que las autoridades paguen por los abusos cometidos durante tantos años.

El escándalo por la deuda histórica de Canadá contra sus nativos surgió luego de que se hallaran cientos de tumbas con los restos de los niños que habían sido enviados a las residencias. El primer cementerio clandestino se descubrió en la región de la Columbia Británica.

El sistema de escuelas residenciales fue un aparato educativo articulado por el Gobierno canadiense y administrado por la iglesia católica no solo para segregar a niños indígenas y aislarlos de sus familias, sino para asimilarlos por la fuerza en la cultura de origen europeo dominante en el país, por encima de sus lenguas y tradiciones nativas.

En julio de 2022, el papa Francisco consideró que estas escuelas residenciales fueron un error desastroso, una destrucción cultural y una asimilación forzada, y se dijo profundamente arrepentido. No obstante, los sobrevivientes calificaron de "decepcionante" la disculpa del papa porque omitió la mención a los abusos sexuales cometidos en estas escuelas, además de que su discurso no se acompañó de estrategias concretas de seguimiento a los hechos.

Los agraviados también lamentaron que el papa Francisco no aludiera a la doctrina que en el siglo XV elaboró el propio Vaticano para justificar la conquista europea de los territorios americanos, con el pretexto de que era necesaria la evangelización de los pueblos indígenas que los habitaban.