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Se llama Irina. Se llama Favour. Se llama Loisa. Son rusas, nigerianas o brasileñas. Pobreza, falta de oportunidades, marginación, malos tratos... son denominador, más o menos, de los recuerdos de estas mujeres. Un día cualquiera, alguien les ofreció trabajo en España, y sin pensarlo mucho, dejaron atrás su país. Ahora ejercen la prostitución en locales o pisos de toda la provincia de Guadalajara. Sin documentación, sin saber el idioma, sin conocer nada... ¿dónde van a ir?

Estas mujeres son víctimas de la Trata de Personas. El alcance de esta es desconocido todavía, por su propia naturaleza, por la inexistencia de datos fiables, y por lo complicado de poder hacerlo. Es tan amplio debido a la globalización mundial que existe, donde importa más el beneficio económico que el beneficio de las personas.

En episodios de Trata, la situación no es consentida por la persona que sufre, y además le genera a la persona que la inflinge beneficios económicos de la misma.

La Trata se produce por las desigualdades económicas que existe entre los países, por las relaciones de poder, por la discriminación de género... y por el deseo que tiene todas las personas a mejorar, lo que les lleva a emigrar para poder ayudar a sus familias.

La trata de mujeres con fines de explotación sexual es una forma de violencia de género, reconocida en el Plan Integral contra la Trata, del Gobierno Español.

Con cifras en la mano, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la trata afecta a 2 millones y medio de personas al año, fundamentalmente mujeres y niñas. De ellas, más de medio millón, entran a la Unión Europea para ser explotadas. De ellas, entre 40.000 y 50.000, procediendo de Marruecos, Europa del Este, Brasil o África Subsahariana, acuden a España, donde "existe una gran demanda". Los beneficios obtenidos de la prostitución, no revierten en desarrollo social, sino en otro tipo de actividades delictivas.

En España, se estima que hay unos 15 millones de hombres que son potenciales clientes, creciendo este número diariamente, llegando a hombres jóvenes, que ni siquiera se plantean la falta de libertad, derechos y oportunidades de estas mujeres.

¿Y qué pasa con estas mujeres? Para amedrentarlas, sufren todo tipo de violencia (física, psicológica y sexual), les quitan la documentación, les aíslan, les manipulan...Sufren traumas psico- sociales, enfermedades de transmisión sexual, descofianza, adicciones, trastornos, conductas paranoicas, depresión, enfermedades crónicas, estigmatización y discriminación.

¿Y yo qué puedo hacer? Tendemos a no querer ver el incumplimiento flagrante de derechos humanos, cerca de nuestras casas o nuestras calles. La trata evidencia las desigualdades, económicas y de género, que existen, por lo que es necesario un cambio de la percepción de la falta de derechos.

¿Y las entidades qué? Accem y otras entidades, públicas y privadas, trabajamos con las victimas de la trata, ayudamos a reinsertarse en la sociedad, aprender el idioma, conocer las costumbres, y que vuelvan a confiar en ellas mismas y retomen el destino de su proceso migratorio en España.