Traducido por el equipo de SOTT.net

Al relanzar la guerra de Gaza la semana pasada tras la ruptura de las negociaciones de alto el fuego, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, parece dispuesto a cumplir su amenaza a Hamás: "Se cerrarán las puertas de Gaza y se abrirán las puertas del infierno".
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© Eyad Baba/AFP/Getty ImagesPalestinos inspeccionan escombros y restos en el lugar de los ataques israelíes en el campo de refugiados de Nuseirat • Franja de Gaza Central • 23 de marzo de 2025
Pero esta última ronda de combates no es sólo una tragedia indescriptible para Gaza y sus gentes. También ofrece al mundo una instantánea del futuro: del orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial en una era de conquista.

La garantía estadounidense de un mundo predecible y estable ha terminado. La administración Trump cuestiona ahora normas básicas que rigen las relaciones internacionales.

El Cuarto Convenio de Ginebra de 1949, por ejemplo, protege a los civiles en tiempo de guerra, incluidos los que se encuentran en territorios ocupados, y prohíbe el desplazamiento forzoso de civiles.

El Artículo Dos de la Carta de las Naciones Unidas no sólo prohíbe a los Estados anexionarse territorios mediante amenaza o conquista, sino que constituye un principio básico del derecho internacional y de la historia moderna.

Estas normas nacieron de las cenizas de dos guerras mundiales y representan valores colectivos, no resultados garantizados. Evidentemente, la historia demuestra que muchos países no han cumplido con sus obligaciones, pero estas aspiraciones siguen constituyendo un patrón internacional. En la actualidad, este orden ha involucionado hasta el punto de que los Estados consideran los principios básicos del derecho internacional como limitaciones inconvenientes para sus designios imperiales.

Gaza es un testigo elocuente. Israel tuvo que responder y defenderse después de que Hamás desencadenara su horrible ataque del 7 de octubre contra inocentes. Sin embargo, diecisiete meses después, el primer ministro Benjamín Netanyahu no ha logrado sus objetivos declarados en tiempo de guerra de derrotar a Hamás y liberar a los rehenes. Como demostró la relativa calma del alto el fuego, Hamás sigue controlando firmemente todos los aspectos de la vida en Gaza.


Comentario: Considéralo un "fracaso planificado". Hamás proporciona la excusa para continuar el genocidio y la destrucción mientras Netanyahu lo necesite o lo desee. ¿Capturar a Hamás, liberar a los rehenes? La guerra ha terminado por definición.


A pesar de sus fallos en Gaza, Israel fue capaz de establecer una disuasión creíble sobre Hezbolá e Irán, aislando así a Hamás de sus aliados más militantes. Dados los fracasos de Israel hasta ahora, la próxima ronda de combates será probablemente más brutal e impredecible, y el Sr. Netanyahu ha optado por continuar el conflicto en lugar de negociar la liberación de los rehenes, con el pleno apoyo del presidente estadounidense Donald Trump.

Rearmado con bombas de 2.000 libras procedentes de Estados Unidos, Netanyahu perseguirá casi con toda seguridad una estrategia maximalista para empujar a gran parte de la población de Gaza hacia Egipto y recuperar a largo plazo el control ocupacional total sobre el enclave costero mediterráneo. Netanyahu y sus aliados de derechas en la Knesset también tienen planes para Cisjordania. El gobierno del Sr. Netanyahu está señalando planes para anexionar grandes porciones de Cisjordania a Eretz Yisrael (el gran Israel), habiendo percibido que tiene una oportunidad histórica de apoderarse de territorio a expensas de las aspiraciones palestinas a la condición de Estado. Y parece que estas decisiones no tendrán consecuencias.


Comentario: Las consecuencias son: la masacre de miles de palestinos y la destrucción total de Gaza. No fueron "desplazados". Perdieron sus vidas, no sus aspiraciones.


Un Israel expansionista que ocupe indefinidamente Gaza tras desplazar por la fuerza a grandes franjas de la población civil y que además se anexione partes sustanciales de Cisjordania desencadenará esta nueva era de conquista. En un mundo donde la guerra no tiene reglas, Gaza es sólo el principio.

Mientras se desarrolla la batalla en Gaza, Rusia y Estados Unidos podrían imponer un acuerdo en Ucrania, en contra de la voluntad del pueblo ucraniano. China también verá la oportunidad de apoderarse de su propia provincia separatista, Taiwán, bajo la mirada desinteresada de unos EE.UU. complacientes. Al hacerlo, las grandes potencias habrán cimentado un legado: la idea de que las naciones más fuertes pueden simplemente apoderarse del territorio de sus vecinos más débiles.

Por supuesto, las naciones libres, la sociedad civil y los medios de comunicación internacionales se lamentarán. Los tiempos pasados de alianzas basadas en valores, normas democráticas y unas Naciones Unidas con poder parecerán pintorescos.

Por último, la complicidad de Estados Unidos en la expansión imperial de otras potencias no responde del todo a la pregunta sobre sus propias intenciones estratégicas. Donald Trump ha sido claro: quiere que el Canal de Panamá, Groenlandia y Canadá se integren en el EE.UU. continental. Ha hecho estas demandas a menudo y repetidamente, sin sutilezas diplomáticas ni el consentimiento de panameños, groenlandeses o canadienses. Sin embargo, el pueblo estadounidense y sus aliados simplemente no saben si la retórica del Sr. Trump es fanfarronería o el precursor de una conquista. Pero en un mundo donde la guerra no tiene reglas, en una era de conquista, es más probable que los Estados Unidos bajo Donald Trump emprendan acciones imprudentes y expansionistas que amenacen la paz y la estabilidad colectivas. El futuro está ante nosotros, y más concretamente en Gaza.


Comentario: ¿Qué sería exactamente la paz y la estabilidad colectivas? El futuro no está en Gaza. Gaza es ahora el cementerio del pasado.


Autor: R. David Harden es ex administrador adjunto de la Oficina de Democracia, Conflictos y Ayuda Humanitaria de USAID. En este puesto, supervisó los esfuerzos globales de democracia y gobernanza en Estados frágiles.