La caseína es el componente proteico de la leche; una sustancia muy espesa y áspera, utilizada para uno de los pegamentos para madera más poderoso que se conocen.

La leche de vaca contiene un 300% más de caseína que la leche humana y los productos secundarios de la descomposición bacteriana de la caseína terminan convertidos en un moco espeso, que se va pegando a las membranas mucosas.

La leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso, denso y pegajoso que dificulta enormemente las facultades eliminatorias del organismo, que actúa obturando todo el sistema respiratorio del organismo impidiéndole funcionar con fluidez.

Esto sucede porque el cuerpo humano carece por completo de los mecanismos digestivos necesarios para descomponerla y esto facilita la acumulación de mucosidades que están relacionadas tanto en niños como en adultos con enfermedades como la rinitis, la sinusitis, el asma y determinados trastornos ginecológicos.

La relación es tan evidente que en muchos casos estas enfermedades desaparecen simplemente al dejar de tomar productos lácteos. Cabe recordar que en casi todos los estudios realizados sobre las alergias alimentarías, la leche ocupa el primer lugar.