Ciencia y Tecnología
El agujero negro supermasivo que hay en el centro de la Vía Láctea está a punto de 'zamparse' una gigantesca nube de gas y polvo de estrellas, un acontecimiento astronómico que se ha logrado detectar con los telescopios del Observatorio Austral Europeo (ESO) y que, según los astrónomos, podrá observarse desde la Tierra.
El hallazgo de la futura 'cena' estelar, publicado esta semana en 'Nature', fue realizado por un equipo de astrónomos dirigido por Reinhard Genzel, del Instituto Max-Planck de Alemania. Los investigadores detectaron que un objeto que se acercaba al agujero negro de nuestro centro galáctico había aumentado su velocidad en los últimos siete años, hasta alcanzar los ocho millones de kilómetros a la hora.
Investigadores del Instituto Wyss de Ingeniería Inspirada Biológicamente en la Universidad de Harvard han desarrollado un nuevo material que imita la excepcional fuerza, resistencia y versatilidad de uno de los más extraordinarios sustancias de la naturaleza, la cutícula de los insectos. De bajo coste, es biodegradable y biocompatible, por lo que el nuevo material, llamado Shrilk, quizás pueda reemplazar algún día a los plásticos en productos de consumo y ser usado de forma segura en una variedad de aplicaciones médicas, según los científicos. Los resultados de la investigación aparecen en la edición online de la revista Advanced Materials.
La cutícula natural de los insectos, como la que se encuentra en el exoesqueleto rígido de una mosca o un saltamontes, está especialmente preparada para el reto de proporcionar protección sin añadir peso o volumen. Como tal, puede desviar ataques químicos y tensiones físicas sin dañar los componentes internos del insecto, mientras que da estructura a los músculos y las alas de los insectos. Es tan ligera que no inhibe el vuelo y tan delgada que permite una mayor flexibilidad. También es notable es su capacidad de variar sus propiedades, de rígida a lo largo de los segmentos del cuerpo y las alas del insecto a elástica en las uniones de sus extremidades.
Analizando un depósito de carbono el investigador Sumio Iijima observó al microscopio unas raras fibras depositadas sobre una mota de hollín. Lo que a primera vista pensó que eran simples desechos pulverizados se revelaron, tras su estudio, como mucho más interesantes de lo que en principio pudieran parecer. Corría el año 1991 y acababa de descubrir de forma casual los nanotubos de carbono. Dos décadas después muchas de las propiedades atribuidas a estas extraordinarias fibras han sido comprobadas experimentalmente y, en la actualidad son uno de los hitos de la nanotecnología.
El pasado mes de agosto, un equipo de CSIRO (Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia) descubrió uno de estos astros diamante a 4.500 años de la Tierra, con sólo 60.000 kilómetros de diámetro, pero según este nuevo trabajo podrían ser muchos más de lo que se piensa. "Es difícil saber cuántos hay, pero pensamos que suponen un porcentaje de todos los planetas terrestres que existen", señala Wendy Panero a elmundo.es, de la Universidad de Ohio.
Para llegar a esta conclusión, los científicos no miraron hacia el Cosmos, sino que realizaron un experimento en un laboratorio de la Universidad de Ohio, donde reconstruyeron las temperaturas y las presiones que hay bajo la corteza terrestre para determinar cómo se forman estas piedras preciosas y entender lo que pasa con el carbono que hay en otros planetas del Sistema Solar.
Los científicos que escudriñan el mundo subatómico en busca de una partícula que podría dar razón de la materia dijeron haber hallado pistas que parecerían indicar su existencia. El bosón Higgs, que se conoce popularmente como "Partícula de Dios", tiene las máximas probabilidades de acelerador de partículas donde se procede a su búsqueda, dijeron el martes voceros de dos equipos independientes de investigación.
Los investigadores insistieron en que no tienen datos suficientes todavía como para dar certeza de la existencia de la partícula, pero agregaron que los datos más recientes son suficientemente firmes como para anticipar que el año próximo podrá determinarse si existe o no.
Los cuatro telescopios del Observatorio Paranal del Observatorio Espacial Europeo (ESO) que se encuentra en la región de Antofagasta en Chile en el cerro Paranal, se combinaron para crear una magnífica fotografía sin precedentes de lo que son las estrellas vampiro, donde se detecta la transferencia de masa entre una y otra de una manera desconocida para los astrónomos y que descarta los modelos antes existentes.
Para el astrónomo Nicolas Blind de Grenoble Francia, autor principal del estudio publicado el 7 de diciembre, "las imágenes son tan nítidas que no solo podemos observar las estrellas que orbitan entre sí, sino también medir el tamaño de la estrella más grande".
La estrella vampiro, como le llama Nicolas Blind, se encuentra en la Constelación de Lepus en un sistema poco común llamado SS Leporis.
En SS Leporis existen dos estrellas que orbitan una entorno a la otra en 260 días separadas por un poco más de la distancia que entre el Sol y la Tierra.
Hace más de tres mil millones de años un megaorganismo se extendió por el mar con la chispa de la vida. Este organismo, que los científicos llaman LUCA, parece haber sido una amorfa constelación de células en un estado de intercambio idílico que abarcó el océano, haciendo del planeta Tierra prácticamente un solo organismo vivo. Las implicaciones de LUCA (Last Universal Common Ancestor), desde una perspectiva estrictamente científica, giran en torno a que toda la vida en la Tierra está relacionada y tiene un ancestro en común; desde un punto de vista especulativo, la presencia primordial de LUCA nos remite a la idea que atraviesa la historia sobre una especie de diosa planetaria - la llamada Madre Naturaleza - que funge como la matriz unificadora de esta existencia y de esta realidad terrenal. Y en este sentido LUCA, podríamos aventurar, quizás no sea solamente el organismo que dio origen a la vida en la Tierra: es la Tierra misma y la vida entera.
Aunque la idea de LUCA, un último antepasado común universal, es polémica, el trabajo reciente de Gustavo Caetano-Anollés de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign sugiere que su existencia es plausible. Aparentemente LUCA sería el resultado del esfuerzo primigenio de la vida para sobrevivir en una atmósfera que aún no se recombinaba para producir los moléculas que permiten la vida como la conocemos. Sin embargo estas condiciones remotas, hace unos 3.6 mil millones de años (se calcula que la Tierra tiene poco más de 4 mil millones de años), eran también las de un idilio de transmisión de información genética. Las células primitivas que intentaban sobrevivir intercambiaban partes útiles sin tener que competir entre ellas, creando lo que se sugiere fue un "mega-organismo global".
Se calcula que fue hace 2.9 mil millones de años que LUCA se dividió en tres dominios de vida: las bacterias unicelulares, los archaea y los eucariotes, los cuales dieron pie a la formación de plantas y animales.
Uno de los mecanismos más refinados y elementales de supervivencia fraternal: los embriones de tortuga se comunican antes de nacer para romper sus cascarones al mismo tiempo.
Un espectáculo natural largamente celebrado es el de decenas o cientos de pequeñas tortugas recién salidas de sus cascarones en frenética carrera hacia ese gran regazo materno, "plural irreductible", que son las aguas del océano.
Sin embargo, hasta ahora era un misterio para los especialistas cómo las tortugas salían de sus respectivos huevos prácticamente al mismo tiempo. Ahora, de acuerdo con un estudio realizado por Ricky-John Spencer de la University of Western Sydney, parecer ser que las tortugas, aun en su etapa embrionaria, se comunican entre sí para coordinar la eclosión colectiva, en un esfuerzo fraternal y de algún modo prematuro que quizá no tenga parangón en toda la naturaleza.
En la Tierra, las partículas de materia oscura se analizan con los detectores subterráneos ubicados en Gran Sasso, en Italia (donde recientemente sorprendieron a la sociedad científica con el anuncio de la detección de un neutrino cuya velocidad supera a la de la luz) y otros en EE. UU. Los grupos de científicos que trabajan en estas instalaciones recientemente anunciaron sus resultados: la masa de las misteriosas partículas oscila entre 7 y 12 gigaelectrón voltios (GeV).
Sin embargo, los más recientes cálculos de los estadounidenses indican que las partículas de materia oscura son mucho más pesadas de lo que se creía anteriormente.
La inscripción conocida como el 'Ladrillo de Comalcalco' hace referencia a esta fecha y fue descubierta hace varios años. La evidencia arqueológica fue estudiada extensamente por expertos y actualmente se mantiene resguardada del público.
Hasta ahora solo existía otra estela en la que se consignaba la fecha "2012", y se localizaba en el Monumento Tortuguero en Macuspana, también en Tabasco, que hace referencia al 21 de diciembre del 2012, una fecha significativa en el Calendario Maya porque ese día concluye el ciclo de 1,877,000 días, que se inició en el año 3,114 antes de Cristo. En esa piedra se relata lo que ocurrirá cuando se acabe el treceavo b'a'ktun, así como el descenso de un conjunto de deidades llamados B'alu'n Yookte' K'uh', que se traducen como los "Nueve Pilares", dice el investigador epigrafista Carlos Pallán, del INAH.