Los zombis están en todos lados, desde exitosos programas de televisión como The Walking Dead hasta marchas multitudinarias en la Ciudad de México. Parecemos estar fascinados con estas criaturas horribles que están infectadas con una enfermedad desconocida que los obliga a gorgotear y ansiar cerebros.
Estos zombis son, por supuesto, ficticios. Pero la idea de que un parásito pueda infectar y controlar a los animales es real.
Hay varios ejemplos en la naturaleza de parásitos que manipulan el comportamiento de su huésped para lograr sus propias metas reproductivas, y lo hacen perder el control de sus movimientos y acciones.
La mitad de toda la vida en la Tierra es parasitaria, pero son raros los casos en los que un parásito puede tomar el control de su huésped. A menudo, los parásitos sólo acarrean enfermedades (como la malaria en los humanos) o mordeduras molestas, como las chinches, explica David Hughes, profesor de Entomología y Biología en la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, quien estudia los escenarios zombi de la vida real de las hormigas.