Ciencia y Tecnología
Unos astrobiólogos han reproducido las condiciones de la superficie de Europa y descubrieron que algunos extremófilos sobreviven en ellas.
Hace un par de semanas, nos fijamos en un estudio que indica que la el material eyectado desde la Tierra es más probable que termine en el sistema de Júpiter que en Marte, al menos en algunos escenarios. Esto plantea la posibilidad de que la vida de la Tierra podría haberse abierto camino a lugares como la luna Europa de Júpiter, que los astrónomos creen que tiene un océano de agua salada bajo su corteza de hielo.
Pero esto sólo sería posible si las bacterias terrestres pueden sobrevivir al intenso vacío y radiación del espacio interplanetario. Los astrobiólogos han estudiado la manera en que muchas criaturas sobreviven a las condiciones espaciales. Han observado bacterias, hongos, virus e incluso biomoléculas como el ADN. Algunas criaturas afortunadas incluso han sobrevivido al viaje de ida y vuelta a la Luna.
Pero en estas pruebas se ha pasado, en gran parte, por alto una rama de la vida - la arquea. Esto es sorprendente, ya que estas criaturas bacterianas a menudo medran en condiciones extremas en la Tierra.
El planeta enano 2007 OR10, ubicado al borde del Sistema Solar, tiene la mitad de su superficie cubierta de agua helada y pudiera estar envuelto en una fina capa de metano, descubrieron expertos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) de Estados Unidos, según la revista Astrophysical Journal Letters.
La investigación señala que el astro, conocido como Blancanieves (aunque es uno de los más rojos), tuvo un activo pasado, con volcanes, agua y una atmósfera que se pierde en el espacio.
Blancanieves fue descubierto en 2007 y es la mitad de Plutón, por lo que clasifica como el quinto planeta enano por su tamaño. En ese entonces los científicos consideraron que se trataba no de un planeta en sí, sino de un cuerpo helado desprendido de otro, Haumea.
Según la mitología griega, los cien ojos del gigante Argos hicieron de él un centinela excelente para el panteón olímpico, ya que nunca coincidían todos sus párpados dormidos. La ciencia ha recogido esta imagen creada por la leyenda helénica para convertirla en el mayor observatorio terrestre: el telescopio ALMA, un vigía gigante de 66 ojos con el que se pretende llegar a ver lo más frío y oscuro del universo. Puesto en marcha esta semana, la sensibilidad y capacidad de este observatorio proporcionará a los investigadores claves decisivas para entender el proceso de creación de las estrellas.
El observatorio ALMA, ubicado a 5.000 metros de altura en los Andes chilenos, ya tiene abiertos y en funcionamiento 16 ojos de los 66 que llegará a tener. Sin embargo, a pesar de tener activas estas pocas antenas, "ya es con diferencia el telescopio más potente de este tipo que existe", asegura el investigador del CSIC en el Instituto de Física de Cantabria, Xavier Barcons. Para este astrónomo, esta herramienta supone dar "dos pasos hacia adelante de golpe, en lugar de uno" por su capacidad de capturar información y por la resolución y nitidez con la que registra fotografías del universo.
El entramado de antenas móviles, que funciona conjuntamente para afinar su visión y multiplicar su capacidad, recoge ondas milimétricas y submilimétricas, una información mucho más sutil que la de la luz óptica que recolectan los telescopios convencionales. Así, en lugar de capturar el calor luminoso de las estrellas, dibuja la gélida oscuridad de las nubes de moléculas que se denominan el universo frío y que están en el origen de la formación de las estrellas, el principal objetivo de estos paparazzi de astros en formación.
Según un estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, el cerebro es muy bueno procesando buenas noticias sobre el futuro. Sin embargo en algunas personas, cualquier cosa negativa es prácticamente ignorada -manteniendo con ello una visión positiva del mundo.
Los autores aseguran que el optimismo tienen beneficios importantes para la salud.
El estudio
Científicos del University College de Londres dicen que alrededor de 80% de las personas son optimistas, aunque no se etiqueten como tal. Evaluaron a 14 personas por su nivel de optimismo y los pusieron a prueba con un escáner cerebral.
Las señales que se generan en el cerebro cuando una persona obtiene una recompensa positiva (cuando tiene éxito) o un castigo (cuando fracasa), no se procesan específicamente en una zona restringida de la corteza cerebral. Las conexiones neuronales en estos casos se extienden por casi todas las regiones del cerebro. A esta conclusión han llegado científicos de la Universidad de Yale (EE UU) cuyo trabajo aparece publicado en la última edición de la revista Neuron.
Los hallazgos pueden servir "para el diagnóstico y el tratamiento de diversos trastornos psiquiátricos, como el abuso de sustancias, o ser útiles en cuadros obsesivo-compulsivos que influyen en la capacidad de utilizar las recompensas para cambiar nuestros comportamientos de manera flexible" explica a SINC Timothy Vickery, del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale y autor principal del estudio.
Esto lleva a los autores a pensar que "todo el cerebro 'se preocupa' por el éxito y el fracaso, por ganar y perder, porque estos acontecimientos son realmente importantes para el aprendizaje en todos los ámbitos". Es decir, que todo el cerebro está involucrado en procesar las señales que se generan a partir de los resultados de las decisiones, "por ejemplo, para ajustar procesos de percepción y movimiento", afirma Vickery.
Se trata de buscar en otros sistemas planetarios un gemelo de la Tierra, de tamaño y condiciones semejantes, para estudiar su evolución y prever el futuro. Esta es una de las cinco líneas de investigación del IAC que se verán reforzadas por los fondos de la reciente distinción del centro como "Severo Ochoa".
Es cuestión de tiempo y esfuerzo. "El desafío es tecnológico", apunta el científico, que fue el director de la propuesta que ha valido al IAC la distinción del Ministerio de Ciencia e Innovación. Cuando estas herramientas estén a punto, no sólo se identificarán estos hermanos celestes, sino que "nos prepararemos para poder analizar sus atmósferas, para extraer información sobre su composición química y sobre cómo han podido originarse y evolucionar", adelanta.
"No me cabe duda de que se ha desintegrado: sólo he descubierto una mancha difusa de magnitud 18 donde antes estuvo ese cometa de magnitud 6", declaró Elenin, colaborador del Instituto ruso de Matemáticas Aplicadas Keldish.
Está por averiguar "si quedan fragmentos bastante grandes, de un centenar de metros, o se desintegró en piezas menores". En una o dos semanas, esos fragmentos estarán a una altura más conveniente para la observación y "será posible hacer conclusiones, si queda algo".
A finales de septiembre pasado, el investigador ya dijo que el cometa debe de haberse desintegrado y no implica daño alguno para la Tierra.
El astrónomo detectó el cometa en diciembre de 2010, mientras examinaba las imágenes transmitidas de áreas cercanas a Júpiter por el observatorio automatizado ISON-NM. Según los cálculos iniciales, el cometa C/2010 X1 Elenin se iba a acercar el 16 de octubre a la Tierra a una distancia de 34,9 millones de kilómetros.
Según ha explicado la agencia, 'Solar Orbiter' se acercará al Sol más que todas las misiones anteriores. Está diseñada para contribuir de forma esencial a la comprensión de cómo el Sol influye en el entorno terrestre, y, en particular, a determinar cómo se genera y eyecta el viento solar, el flujo de partículas en las que están inmersos los planetas.
En este sentido, ha explicado que las variaciones en la actividad del Sol afectan al viento solar, haciendo que sea más o menos turbulento. Las protuberancias solares perturban el viento solar y dan lugar a la formación de auroras en la Tierra y en otros planetas.
Una investigación, llevada a cabo por un equipo internacional dirigido por el investigador del Centro Carl Sagan del instituto SETI (NASA) Franck Marchis, se ha ocupado de recoger datos como el peso o la densidad, entre otras características, del asteroide. Así, se ha conocido que Minerva tiene un diámetro de 156 kilómetros y sus lunas de 5 kilómetros y que los tres objetos forman un sistema de tres órbitas alrededor del Sol entre Marte y Júpiter.
Marchis ha apuntado que todavía es "muy poco lo que se sabe acerca de Minerva" desde el descubrimiento de sus dos lunas (en 2009) pero gracias a estos datos se ha podido desvelar que tiene una forma "inusual" en comparación con los asteroides que le acompañan en el cinturón principal y que también tienen satélites.
El descubrimiento se realizó gracias a la sonda Venus Express de la Agencia Especial Europea, cuyos científicos publicaron el hallazgo en Icarus, la publicación dedicada a estudios planetarios de la Sociedad Astronómica Estadounidense.
Hasta ahora sólo se habían detectado capas de ozono en la Tierra y Marte. Ahora se encuentra esta en el segundo planeta del Sistema Solar.
El hallazgo podría ayudar a los astrónomos a refinar los parámetros para la búsqueda de vida en otros planetas.
Comentario: Como observación adicional a este artículo nos gustaría recordarles desde SOTT que, como hemos destacado innumerable cantidad de veces, negar la realidad sólo por ser desagradable tiene efectos negativos sobre nuestro cerebro y en consecuencia sobre nuestro comportamiento. Ver la realidad tal como es, despojado de subjetividad, nos abre las puestas al aprendizaje y la evolución. Las evidencias parecen indicar cada vez más con más claridad que no hay peor mentira que la que uno se hace a sí mismo...