El entrelazamiento cuántico funciona a escala de objetos masivos y no sólo a nivel de átomos, fotones y electrones, ha descubierto una investigación. Tambores vibratorios del ancho de un cabello humano han estado entrelazados hasta media hora, abriendo la puerta a la teleportación de vibraciones mecánicas.
© Aalto University / Petja Hyttinen & Olli Hanhirova, ARKH ArchitectsIlustración de los minúsculos tambores vibratorios en el circuito del expertimento.
El entrelazamiento cuántico es uno de los fenómenos más desconcertantes de la mecánica cuántica. Cuando dos partículas, como los átomos, los fotones o los electrones, se entrelazan, experimentan un vínculo inexplicable que se mantiene incluso si las partículas están en lados opuestos del universo. Mientras están entrelazadas, el comportamiento de las partículas está ligado entre sí.
El entrelazamiento es la base de tecnologías en fase de desarrollo, tales como la computación cuántica, la criptografía cuántica, o la teleportación cuántica. Sin embargo, es extremadamente frágil y hasta ahora sólo se había observado en sistemas microscópicos como la luz o los átomos, y también en circuitos eléctricos supraconductores.
Sin embargo, una nueva investigación publicada en la revista
Nature y desarrollada en la Universidad Aalto de Finlandia, ha demostrado se puede generar y detectar el entrelazamiento cuántico entre objetos más grandes. Esta investigación, dirigida por Mika Sillanpää, consiguió traer dos objetos distintos y en movimiento, casi visibles a simple vista, a un estado de entrelazamiento cuántico.
Los objetos eran dos tambores vibratorios fabricados de aluminio metálico en un chip de silicio. La estructura de los tambores es maciza y macroscópica en comparación con la escala atómica: su diámetro es similar al ancho de un cabello humano delgado.
Los tambores vibratorios interactúan a través de un circuito hiperfrecuencia supraconductor. Los campos magnéticos del circuito se usan para absorber todas las perturbaciones térmicas y dejar únicamente las vibraciones cuánticas, explica Mika Sillanpää en un
comunicado de su universidad.
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