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En 1992, Giacomo Rizzolatti y su equipo de la Universidad de Parma estaban estudiando un área del cerebro del macaco llamada F5. F5 es un área premotora, es decir, está implicada en la organización del comportamiento, aunque la actividad que se desarrolla en ella no se traduce directamente en órdenes motoras; dar las órdenes es misión de la corteza motora. Los científicos estaban midiendo la actividad eléctrica de las neuronas F5 con electrodos implantados en los cerebros de los macacos.
La actividad en un área premotora se correlaciona con la acción de un animal; así, cuando el animal coge un fruto, las neuronas de F5 se activan (mandan una señal eléctrica a otras neuronas).
Pero algunas neuronas de F5 se activaban no sólo cuando el mono realizaba una acción, sino también cuando veía una acción. Esto era sorprendente, porque las neuronas en las áreas premotoras normalmente no reaccionan a estímulos visuales. Eran, por tanto, neuronas visomotoras. Pero la etiqueta "visomotora" no es buena desde el punto de vista del marketing. Rizzolatti decidió llamarlas "neuronas espejo".
Los investigadores se dieron cuenta de que, de las llamadas neuronas-espejo, algunas, pero no todas (un tercio aproximadamente), respondían a un tipo de acción muy concreta. Por ejemplo, la neurona se activaba cuando el mono cogía un fruto, y cuando veía a un mono coger un fruto, y ninguna otra cosa conseguía activarla. El grupo de Parma lanzó la hipótesis de que el mono estaba repitiendo mentalmente el gesto que veía, de que estaba realizando una forma de imitación encubierta. El término "neurona-espejo" es, por tanto, el nombre de una hipótesis. Nadie sabe a ciencia cierta si los monos están "reflejando" algo; podría tratarse simplemente de una categorización: "eso es una mano cogiendo un plátano".