Ciencia y Tecnología
En 2007, y en cuestión de pocas horas, el cometa Holmes pareció explotar en el cielo. El acontecimiento fue observado por el astrónomo español Juan Antonio Henríquez Santana desde el observatorio de Tenerife. Los científicos calcularon que el Holmes expulsó de repente más de cien millones de toneladas de polvo al espacio, una cantidad comparable a la nube de ceniza emitida por el monte Santa Helena en mayo de 1980, y que hizo que el Holmes se hinchara hasta alcanzar un diámetro mayor que el del Sol.
Sin embargo, y a pesar de que durante meses enteros decenas de telescopios de todo el mundo siguieron observando el cometa, las razones de aquella dramática explosión quedaron envueltas en el misterio.
El Telescopio Espacial Hubble realizó un examen profundo de una misteriosa mancha verde en el espacio exterior, la cual había sido detectada en 2007. La insólita esfera luminosa está dando a luz estrellas nuevas, algunas de las cuales tienen apenas un par de millones de años. Se trata de un cúmulo de estrellas solitarias, recién nacidas, suspendidas en medio de la nada. El globo tiene las dimensiones de la Vía Láctea y se encuentra a 650 millones de años luz de distancia.
El Telescopio Espacial Fermi de Rayos Gamma (NASA) ha permitido detectar haces de antimateria producidos por encima de las tormentas eléctricas que se desarrollan en nuestro planeta. Se trata de un fenómeno nunca antes observado y se cree que las partículas de antimateria fueron creadas dentro de las tormentas eléctricas en un Destello de Rayos Gamma Terrestre o DRGT, por su sigla en idioma español (Terrestrial Gamma-ray Flash o TGF, en idioma inglés), asociado a los relámpagos. Se estima que diariamente se producen alrededor de 500 TGF en todo el mundo, aunque en su mayoría no son detectados.

Una estrella 20 veces más grande que el Sol, Zeta Ophiuchi, es el punto azul en el centro de esta imagen.
Los astrónomos de la NASA, a través del telescopio infrarrojo cósmico WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer en inglés), lograron obtener la imagen de una huella dejada por una estrella que trata de escapar a toda velocidad por el espacio.
La Zeta Ophiuchi en la constelación del Ofiuco pertenece a la clase supergigante azul, cerca de veinte veces la masa del Sol, y podría ser hasta 65.000 veces más brillante si no estuviera rodeada por una densa capa de polvo. La estrella tiene unos 4 millones años de edad y queda a 460 años luz de la Tierra.
Anteriormente el astro giraba alrededor de uno mucho mayor, pero éste hace varios millones de años explotó en una supernova, lo que provocó que Zeta Ophiuchi fuera lanzada a una velocidad de 24 kilómetros por segundo.
La estrella atraviesa las nubes de gas y polvo espacial y empuja con sus vientos la materia en su camino, como un barco que deja una ola detrás. Como resultado se produce un arco de choque que brilla con luz infrarroja, lo que el telescopio WISE pudo detectar.
En la imagen la luz infrarroja fue traducida a colores visibles para el ojo humano, y la Zeta Ophiuchi aparece como el punto azul en medio del arco de choque. Al mismo tiempo, observada en la parte visible del espectro, la estrella aparece como un punto rojo bastante débil rodeado por otras estrellas, y la envoltura del gas y polvo no es visible.
En una nota, Andalucía Innova explica que la carga útil de la misión estará formada por varios instrumentos de altas energías y otros de observación remota, y su duración será, según el diseño de los ingenieros, de siete a ocho años.
Los objetivos científicos más importantes de este nuevo capítulo espacial de la ESA, que arrancará en 2017, serán la determinación 'in situ' de propiedades dinámicas del plasma, los campos y las partículas en la heliosfera interna. Asimismo, el consorcio investigador que trabaja en esta misión analizará, entre otras cuestiones, la dinámica de la atmósfera solar altamente magnetizada desde distancias muy próximas; y la identificación de los vínculos entre la actividad magnética solar superficial y la evolución resultante en la corona y la heliosfera.
Una noche del pasado mes de Diciembre, Steve Larson del equipo de observación astronómica Catalina Sky Survey, dependiente de la Universidad de Arizona estaba buscando asteroides potencialmente peligrosos cuando se topó con lo que parecía un cometa: una débil estela proyectada desde un núcleo brillante semejante a una estrella. Cuatro imágenes tomadas a lo largo de 30 minutos revelaron que el objeto se estaba moviendo en relación con las estrellas de fondo.
Investigaciones posteriores revelaron que el objeto es el asteroide conocido como Scheila, descubierto en 1906 por el astrónomo alemán August Kopff y que figura con el número 596 en el catálogo internacional de asteroides.
El astro gira alrededor del Sol junto a miles de objetos similares en el principal cinturón de asteroides de nuestro sistema solar, situado aproximadamente entre las órbitas de Marte y Júpiter, y circula fuera del plano de la eclíptica en el que se mueve la mayoría de los planetas y asteroides.
Las inscripciones jeroglíficas de Palenque relatan que el dignatario maya, también conocido como Pakal II, falleció y "entró al camino" el 28 de agosto de 683 d.C. Sin embargo, su reposo fue interrumpido un milenio después por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz Lhuillier, quien -tras cuatro años de intensas excavaciones- descubrió la cámara mortuoria el domingo 12 de junio de 1952.
A manera de guardianes, nueve guerreros modelados en estuco rodeaban la extraordinaria lápida esculpida sobre una losa monolítica de aproximadamente siete toneladas; 2.20 metros de ancho por 3.60 de largo. En los años 50 fue elevada por el arqueólogo Ruz Lhuillier para explorar el interior del sepulcro donde reposan los restos del gobernante.
En 2004, la tumba de Pakal fue cerrada al público como una medida de conservación, ya que la entrada masiva provocaba el aumento de la temperatura y la humedad del espacio. No obstante, al comienzo de aquella década también empezó a considerarse la pertinencia de sustituir las placas metálicas que sostenían la lápida, en virtud del grado de corrosión que presentaban.
Aunque los estudios de imágenes han sugerido la presencia de una firma neural para el bilingüismo, sin embargo, los investigadores siguen sin identificar un circuito cerebral que subyace a la capacidad para aprender una lengua no nativa.
Los científicos, dirigidos por Li Hai Ta, utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional para controlar la actividad del cerebro en niños de lengua china de 10 años de edad a los que se les pedía que realizaran una tarea léxica en inglés.
Los niños habían comenzado a aprender inglés como segunda lengua a los 6 años pero tenían un conocimiento avanzado del idioma en el momento del estudio. Mientras los niños decidían si una palabra que se les mostraba era o no una palabra inglesa, como 'panda', los autores realizaron un escáner cerebral en los niños.
Un año después, los autores volvieron a evaluar las habilidades de lectura en inglés en los participantes utilizando una prueba de inglés estándar. La actividad en dos regiones del hemisferio izquierdo del cerebro, el núcleo caudado y el giro fusiforme, correlacionaban con lo bien que los niños identificaban las palabras inglesas. Además, la actividad en estas regiones predecía las habilidades en la lectura del inglés en los niños, que fueron medidas un año antes del escáner.
Según ha explicado en una nota de prensa Jordi Agustí, uno de los científicos que ha participado en este descubrimiento, sus medidas serían muy similares a las de una rata de agua actual, de unos 18 a 22 centímetros entre la cabeza y el resto del cuerpo, una cola de unos 10 a 14 centímetros, y un peso de entre 155 y 300 gramos.
Bautizada como Arvícola jacobeus, este hallazgo se ha dado a conocer a través de un artículo publicado en la revista "Acta Paleontológica Polonia". Arvicola jacobeus es, además, la rata de agua más antigua de la historia y hace 1,2 millones de años vivió en la Sima del Elefante, en la Sierra de Atapuerca, donde también se descubrieron los restos humanos del primer europeo.
El mismo investigador ha explicado que Arvicola jacobeus "tiene que ver con el origen de la rata de agua ibérica conocida como Arvicola sapidus.
En la Sima del Elefante, durante las excavaciones arqueológicas de los últimos 15 años, "han salido restos fósiles de dientes de rata de agua con unos rasgos diferenciales que los hacían únicos", ha indicado Agustí.
Según ha precisado este investigador, sus dientes son más pequeños y tienen el esmalte más grueso que otro tipo de roedores de la misma cronología. Jordi Agustí ha señalado que, después de diferentes estudios, los científicos de Atapuerca han concluido que "se trata de una nueva especie de rata".
La Zeta Ophiuchi en la constelación del Ofiuco pertenece a la clase supergigante azul, cerca de veinte veces la masa del Sol, y podría ser hasta 65.000 veces más brillante si no estuviera rodeada por una densa capa de polvo. La estrella tiene unos 4 millones años de edad y queda a 460 años luz de la Tierra.
Anteriormente el astro giraba alrededor de uno mucho mayor, pero éste hace varios millones de años explotó en una supernova, lo que provocó que Zeta Ophiuchi fuera lanzada a una velocidad de 24 kilómetros por segundo.
La estrella atraviesa las nubes de gas y polvo espacial y empuja con sus vientos la materia en su camino, como un barco que deja una ola detrás. Como resultado se produce un arco de choque que brilla con luz infrarroja, lo que el telescopio WISE pudo detectar.