Ciencia y Tecnología
La foto es fruto de una década de colaboración entre las Universidades de Edimburgo y Cambridge y fue presentada el 28 de marzo en la Conferencia Astronómica Británico-alemana en Manchester, informa la página web de la Universidad de Edimburgo.
La imagen está compuesta por miles de fotografías separadas obtenidas por ambos observatorios. Nuestra galaxia, que tiene la forma de un disco, está representada en la foto como una sección alargada, tal como es vista desde la Tierra. La parte septentrional de la esfera (situada en la parte derecha de la foto) fue fotografiada por el telescopio instalado en Hawái, mientras que la parte meridional (situada a la izquierda de la imagen) es una composición de las fotos del telescopio VISTA, en Chile.
En etapas más recientes de la historia del Universo, los planetas (entre ellos el nuestro) nacen a partir de los residuos de la formación de sus estrellas, grandes nubes de gas y polvo en las que, además, suelen abundar los elementos químicos pesados. Sin embargo, la estrella HIP 11952 apenas si contiene algo más que hidrógeno y helio, los materiales originales del Universo, lo que es una prueba de su extraordinaria antiguedad.
El estudio de estos dos fascinantes mundos revelará cómo, y en unas condiciones que nada tienen que ver con las actuales, los planetas podían formarse en un Universo con apenas unos pocos cientos de millones de años de edad.
Por lo que sabemos, la inmensa mayoría de los planetas nacen a partir de los materiales que contienen los grandes discos de polvo y gas, llamados discos de acreción, que se arremolinan alrededor de estrellas muy jóvenes. Los detalles de este proceso, sin embargo, siguen permaneciendo en la oscuridad, aunque el estudio de un número creciente de planetas extrasolares (se conocen ya más de 750) está permitiendo a los astrónomos conocer una gran diversidad de mundos y darse cuenta, además, de algunas "tendencias" que se repiten con frecuencia. Por ejemplo, una estrella que contiene una cierta cantidad de metales (elementos químicos más pesados que el hidrógeno y el helio) tiene muchas más probabilidades de tener planetas que otra que esté hecha solo de esos dos gases primordiales.
Lo cual nos lleva a formularnos la siguiente pregunta: si en su origen el Universo sólo contenía hidrógeno y helio, y si el resto de los elementos químicos (más pesados) se fabricaron en los hornos de fusión nuclear de las estrellas, y se desperdigaron después por el espacio al morir esas estrellas en forma de supernovas, ¿De dónde surgió la materia prima necesaria para que se formaran los dos planetas de HIP 11952? Y si finalmente resulta que también las estrellas sin materiales pesados pueden tener planetas, ¿En qué momento de la Historia del Universo se formaron los primeros?
La mecánica cuántica nos dice que los objetos pequeños, como átomos o electrones, no tienen un estado bien definido, sino que su velocidad y su posición tienen "definiciones" inversamente proporcionales: si se intenta obligar a un electrón a quedarse quieto, nunca se conseguirá porque su velocidad empezará a crecer a la vez.
Esta naturaleza "indefinida" de la materia, de estar en varios puntos a la vez, provoca interferencias de tipo onda-onda entre partículas de materia - algo que ya no deberíamos seguir llamando extraño tras 100 años de conocerse perfectamente. El ejemplo mejor conocido de este efecto es el experimento de la doble rendija, que se reprodujo a principios del siglo XX con electrones disparados de uno en uno y definitivamente probó que la materia realmente es una onda (la función de onda, en mecánica cuántica).
Un equipo internacional estima que debe haber decenas de miles de millones de planetas rocosos no mucho mayores que la Tierra en torno a las enanas rojas, un tipo de estrellas que representan el 80% de las de la Vía Láctea. Los investigadores, además, suponen que haya cerca de una centena en las vecindades del Sistema Solar.
El trabajo es la primera estimación directa del número de planetas ligeros en torno a estrellas enanas rojas. Para realizarlo, los científicos han utilizado observaciones llevadas a cabo con el espectrógrafo HARPS, instalado en el telescopio de 3,6 metros de ESO en Chile. Otros estudios habían demostrado que en nuestra galaxia hay planetas en todas partes, pero utilizando un método diferente que no era sensible a este tipo de exoplanetas.
El equipo ha estado buscando exoplanetas orbitando alrededor de las estrellas más comunes de la Vía Láctea - estrellas enanas rojas (también conocidas como enanas tipo M). Estas estrellas son débiles y frías en comparación con nuestro Sol, pero muy comunes y longevas, y de hecho suponen el 80% de todas las estrellas de la vía Láctea.
"Nuestras nuevas observaciones con HARPS implican que, alrededor del 40% de todas las estrellas enanas rojas tienen una súper-Tierra orbitando en su zona de habitabilidad, una zona que permite la existencia de agua líquida sobre la superficie del planeta", afirma Xavier Bonfils, del Observatorio de Ciencias del Universo de Grenoble (IPAG, Francia), quien lidera el equipo.
Aseguran que es más probable que la actividad humana o factores ambientales son los responsables.
Aunque la mayoría de mamuts se extinguió y desapareció de la parte continental Eurasia y América del Norte hace unos 10 mil años, alrededor de 500 o mil mamuts lograron sobrevivir en la isla de Wrangel durante unos seis mil años más.
La isla, de siete mil kilómetros cuadrados, está a unos 140 kilómetros de la Rusia continental.
Para realizar un análisis de ADN de las muestras tomadas en la isla de Wrangel, en el océano Ártico, los científicos utilizaron técnicas asociadas al estudio de las escenas del crimen.
Según han explicado los expertos, estos datos se han hallado a través de unos cálculos basados en las investigaciones de la sonda Cassini de la NASA. Esta sonda fue la que descubrió, en 2004, las lluvias de metano que se producían en la luna de Saturno.
El principal autor de este estudio, presentado en la Conferencia sobre Ciencia Planetaria y Lunar en Texas (Estados Unidos), Ralph Laurenz, ha apuntado que "a pesar de sus diferencias, Titán es muy similar a la Tierra" en cuanto que "en ambas el viento y la lluvia esculpen las superficies, produciendo canales, rios, lagos, dunas y líneas costeras".
Sin embargo, Laurenz ha indicado que en Titán "pasan cientos de años entre lluvia y lluvia, pero cuando éstas tienen lugar, caen decenas de centímetros, incluso metros, de líquido". "Esto condice con las profundas incisiones de los canales que se pueden ver en la superficie de la luna", ha explicado el astrónomo.

La teoría más aceptada dice que un planeta del tamaño de Marte, Theia, chocó contra la Tierra y originó la Luna
Hace unos 4.500 millones de años, cuando el Sistema Solar todavía era poco más que un proyecto por realizar, un enorme objeto del tamaño de Marte chocó contra la Tierra. Una de las teorías predominantes dice que se trataba de un planeta, bautizado como Theia, que impactó de forma violentísima. Del impacto salió disparada hacia el espacio una gran cantidad de escombros que, finalmente, terminaron unidos formando la Luna, la que ahora contemplamos en el cielo.
Esta es la historia más aceptada de los orígenes de nuestro satélite natural, una historia a la que un equipo de científicos de la Universidad de Chicago ha puesto un nuevo «pero». Los investigadores han analizado la composición isotópica de la Tierra y la Luna y han descubierto que es muy parecida, demasiado parecida. Tanto que ni siquiera han encontrado restos del segundo objeto en colisión. La investigación, que aparece publicada en la revista Nature Geoscience, suscita más preguntas que respuestas. ¿Es que no hubo ningún choque? Entonces, ¿cómo se formó la Luna?
Tradicionalmente los hackers que encontraban algún agujero de seguridad importante (del tipo Zero Day), en un programa, sistema o plataforma acudían al fabricante o desarrollador para comunicárselo, a veces gratuitamente y otras muchas a cambio de una cantidad económica. Sin embargo, parece que ahora las agencias gubernamentales se han convertido en el principal cliente de estos expertos.
Un ranking publicado por la revista Forbes muestra la «carta de precios» habitual para este tipo de exploits, por los que el gobierno estadounidense llega a pagar cantidades de hasta 250.000 dólares (en el caso de un exploit en iOS, el sistema operativo de Apple para dispositivos móviles).
La seguidilla de tormentas solares que abarcan el máximo solar que se acerca (pronosticado para el 2013) no sólo trae consecuencias negativas. Los cortes de comunicaciones, caída de satélites o fuertes terremotos no serían las únicas consecuencias de estas erupciones: la NASA asegura que se podría alimentar ciudades enteras con la energía que penetra la atmósfera.
Según investigadores financiados por la NASA, las tormentas solares del 8 al 10 de marzo vertieron suficiente energía en la atmósfera superior de la Tierra como para poder suministrar electricidad durante dos años a la ciudad de Nueva York.
"Esta fue la mayor dosis de calor que hemos recibido de una tormenta solar desde el año 2005", dice Martin Mlynczak, del NASA Langley Research Center. "Fue un gran evento, y muestra cómo la actividad solar puede afectar directamente a nuestro planeta".

La mayor cantidad de anomalías magnéticas de la Luna (en la izquierda) se encuentra cerca del borde norte de la cuenca Aitken en el polo sur lunar.
Un equipo de científicos postula ahora que los "trozos" magnetizados sobre la superficie lunar pueden ser los restos de un asteroide que impactó a la Luna poco después de su formación, hace aproximadamente 4.500 millones de años. El cráter de impacto, conocido como cuenca Aitken, es uno de los más grandes conocidos en el Sistema Solar.