Ciencia y Tecnología
En ese periodo desaparecieron casi por completo las manchas solares, la actividad solar se redujo, la atmósfera superior de la Tierra se enfrió y el campo magnético del sol se debilitó dispersando radiación de alta energía al sistema solar en cantidades récord.
Los cambios se produjeron durante el periodo de mínimo de actividad solar. El Sol pasa por ciclos regulares de actividad y cada 11 años aproximadamente se produce un pico máximo en la actividad en el que suelen producirse tormentas que a veces deforman e incluso atraviesan el campo magnético de la Tierra.
Durante el máximo solar, el Sol se encuentra salpicado con manchas, llamaradas y arroja cada segundo millones de toneladas de plasma solar hacia sus planetas, entre ellos la Tierra.
Por el contrario, cuando atravieasa el denominado mínimo solar, ocurre lo opuesto, una menor frecuencia de manchas solares y de tormentas solares, aunque en esta ocasión fue demasiado prolongada.
Los fullerenos, que son moléculas muy estables y difíciles de destruir, tienen una forma similar a la de un balón de fútbol y están hechas de 60 átomos de carbono ordenados en estructuras esféricas tridimensionales y con patrones alternativos de hexágonos y pentágonos.
García-Hernández, autor junto a Kameswara Rao y David Lambert de un estudio que sobre los fullerenos ha publicado la revista The Astrophysical Journal, recordó que estas moléculas fueron sintetizadas en laboratorio por los químicos Harold Kroto y Richard Smalley, quienes por ello recibieron en 1996 el premio Nobel de Química.
Harold Kroto y Richard Smalley, de acuerdo con sus experimentos de laboratorio, creían que estas moléculas no podrían formarse en un lugar en el que hubiese hidrógeno, pues éste inhibiría su formación, y propusieron como entorno ideal en el espacio las estrellas que tienen muy poco hidrógeno, las denominadas estrellas R Coronae Borealis.
Todos estos informes comprueban un hecho bien conocido: la Tierra necesita una protección global. Los científicos rusos están seguros de que el nuevo sistema de vigilancia internacional, conocido como IGMASS, podrá facilitar tal protección, alertando sobre posibles catástrofes naturales o tecnológicas en cualquier parte del planeta, incluso la colisión de un asteroide.
Iniciada por las organizaciones públicas y científicas rusas, la idea del IGMASS fue apoyada por la Academia Internacional de Cosmonáutica en 2008. La idea del proyecto se basa en que dispositivos especiales situados en la Tierra o en el espacio detectarán los posibles 'precursores' de los desastres naturales que se manifiestan como anomalías de la geosfera y, a partir de estos resultados, el pronóstico de los eventos catastróficos.
Los investigadores anunciaron que si la tasa de extinción continúa como está ahora, y especies vulnerables siguen desapareciendo, la Tierra podría perder tres cuartos de sus especies en los siguientes tres siglos.
"Es un guiño geológico. Una vez que pierdes especies, no las recuperas. Toma millones de años recuperarse de un evento de extinción masiva", dijo Nicholas Matzke, tesista de la UC Berkeley y uno de los autores del paper.
Aunque pueda parecer que quedan muchos años, muchas especies ya están desapareciendo en estos momentos a escala global. En la historia reciente, ya perdimos al pájaro Dodo, la paloma migratoria, el tigre de Java y el león marino japonés, entre otros. Anfibios, mamíferos, plantas y peces, ninguno es inmune al destino de los dinosaurios, gracias al impacto humano en el ecosistema.
Según esta teoría habría sido en el período denominado como Eón Hadeico (hace unos 4.570 a 3.800 millones de años) en que se plantaron las bases para la existencia de la vida en la Tierra. Para lo cual fue necesario contar con una cantidad aún indeterminada de amoniaco proveniente del espacio exterior, ya que este no se encontraba presente en la Tierra en aquella época (o por lo menos en las cantidades necesarias).
Aquí es donde la ciencia ha centrado sus investigaciones, ya que hasta el momento había sido casi imposible encontrar algún vestigio de amoniaco que haya estado presente en ese período, algo que parece comenzar a quedar en el olvido gracias al descubrimiento de un meteorito primitivo que es capaz de liberar amoniaco cuando es expuesto a condiciones similares a las que habían en la joven Tierra.
En términos simples los investigadores consideran el nitrógeno - amoniaco (NH3)- como un componente vital necesario para la evolución química de los aminoácidos (bloques básicos de la vida). Tomando como base las pruebas geológicas de una atmósfera químicamente neutra, las actuales teorías no han sido capaces de determinar la cantidad de amoniaco necesaria para crear biomoléculas.
NGC 247 forma parte del llamado Grupo Escultor (Sculptor, en inglés), una aglomeración de galaxias vinculadas a NGC 253, conocida como la Galaxia Escultor. Se trata del grupo de galaxias más cercano al grupo que incluye a nuestra Vía Láctea.
Para medir la distancia desde la Tierra a una galaxia cercana, los astrónomos deben confiar en un tipo de estrellas variables llamadas Cefeidas, que actúan como indicadores de distancia. La Cefeidas son estrellas muy luminosas, cuyo brillo varía a intervalos regulares. El tiempo que tarda una de estas estrellas en pasar del brillo máximo al mínimo puede ser introducido en una simple fórmula matemática que permite obtener su brillo intrínseco. Cuando se compara este valor con el brillo medido, se obtiene su distancia. Sin embargo este método no es infalible, ya que los astrónomos piensan que esta relación entre período y luminosidad depende de la composición de la Cefeida.
A 11 millones de años luz de la Tierra
Otro problema surge del hecho de que parte de la luz emitida por la Cefeida puede ser absorbida por polvo en su ruta a la Tierra, haciéndola aparecer más tenue y, por lo tanto, más lejos de lo que realmente está. Este es precisamente el problema de NGC 247 con su orientación tan inclinada, ya que la línea de visión de las Cefeidas pasa a través del disco de polvo de la galaxia.
Las células humanas reprogramadas como las células madre pluripotentes inducidas (hiPSC, según sus siglas en inglés) podrían revolucionar la medicina personalizada al crear nuevas y diversas terapias únicas para los pacientes individuales. Sin embargo, existen dudas sobre la alteración del material genético durante el proceso de reprogramación.
Los investigadores descubrieron que el material genético de las células reprogramadas podría de hecho verse afectado y sugieren que el análisis genético amplio de estas células se realice de forma rutinaria antes de su uso clínico.
Los científicos, dirigidos por Kun Zhang, examinaron 22 líneas diferentes de hiPSC de siete grupos de investigación que empleaban distintos métodos para reprogramar células de la piel en células madre pluripotentes. En todas estas líneas celulares, los investigadores descubrieron mutaciones puntuales en la codificación de proteínas, aproximadamente seis mutaciones por exoma. El exoma es la parte del genoma que contiene instrucciones genéticas para producir proteínas y otros productos genéticos.
Sin embargo los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) señalan que cuando salen al espacio exterior para efectuar alguna reparación o montar un nuevo módulo, los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) se adhieren indefectiblemente a sus trajes y herramientas; de modo que muchas de estas moléculas regresan con ellos a la estación, donde sí que se pueden percibir los olores.
Con ello, los científicos indican que el Universo huele a "estrellas muertas", en otras palabras sería, una mezcla de metales fundidos, hidrocarburos ardiendo o humo de un asador.
El olor del espacio se percibe tan claramente en los trajes de los astronautas que, hace tres años, la NASA recurrió a Steven Pearce, fabricante de perfumes Omega Ingredients, para recrear ese mismo olor en las simulaciones que sirven de entrenamiento a los astronautas.
Hace unos días la NASA dio a conocer una enorme y alucinante erupción solar registrada el 24 de febrero y captada por el Observatorio de la Dinámica Solar (SDO). Pero ahora el Centro de vuelo espacial Goddard entregó un video del acontecimiento en Alta Definición (HD) que es para quedarse pegado contemplando un buen rato.
La prominencia solar -como se le conoce al fenómeno en cuestión- tuvo una duración de 90 minutos (reducidos aquí a 16 segundos) y tuvo una intensidad de 3,6 M, lo que califica como "moderado". Bastante inferior a la ocurrida el pasado 16 de febrero, que fue la mayor de los últimos cuatro años, con categoría X.
Cuando ocurren estos fenómenos, existe el temor de que el material expulsado al espacio pueda afectar los satélites y las comunicaciones, y pese a que parte de los fragmentos no retornaron al Sol, el resto no partió con dirección a la Tierra.
Bueno, yo me callo. Ustedes disfruten del video (véanlo a pantalla completa).
La expedición se realizó en el marco del proyecto CGL2009-7343 del Plan Nacional I+D+I del gobierno de España y en ella participaron Jose Úbeda Palenque, del Grupo de Investigación en Geografía Física de Alta Montaña de la Universidad Complutense de Madrid, Kenji Yoshikawa, del Water and Environmental Research Center (Universidad de Fairbanks, Alaska) y Pablo Masías y Fredy Apaza, del Grupo de Vulcanología de Arequipa (Instituto Geológico Minero y Metalúrgico del Perú).
El hallazgo tiene gran interés por varias razones. Por una parte es la primera vez que se demuestra la existencia de permafrost en latitudes tropicales. Por otro lado el estudio del origen y la evolución de la capa helada pueden proporcionar información muy valiosa sobre el cambio climático. Además, su presencia en las proximidades de Arequipa, con más de un millón de habitantes, representa al mismo tiempo una reserva hídrica para el abastecimiento de la población y un riesgo para su seguridad, en caso de producirse su fusión repentina como consecuencia de un movimiento sísmico, una erupción volcánica o por causas climáticas.