Ciencia y Tecnología
Las ondas de radio procedentes de las auroras de planetas como Júpiter podrían usarse para detectar exoplanetas que orbitan a grandes distancias de su estrella madre, de acuerdo con un nuevo estudio.
Las auroras son llamaradas de luz ultravioleta en la atmósfera superior de los planetas. Científicos de la Universidad de Leicester en Inglaterra han demostrado que las emisiones de las auroras de radio de planetas como Júpiter y Saturno podrían ser detectables mediante radiotelescopio tales como el Conjunto Europeo de Baja Frecuencia (LOFAR). La construcción del radiotelescopio LOFAR, con estaciones principalmente situadas en los Países Bajos, se completará a finales de este año.
"Éste es el primer estudio en predecir las emisiones de radio procedentes de sistemas exoplanetarios similares a los que vemos en Júpiter y Saturno", dice Jonathan Nichols, que presenta los resultados del estudio el 18 de abril en la Reunión Nacional Astronómica de la Royal Astronomical Society en Gales.
"En ambos planetas vemos ondas de radio asociadas con auroras que se generan por las interacciones con gas ionizado que escapa de las lunas volcánicas Ío y Encélado", dice Nichols. "Nuestro estudio demuestra que podríamos detectar emisiones de auroras de radio desde sistemas similares a Júpiter que orbitan a distancias tan alejadas como la de Plutón".Nichols examinó cómo las emisiones de radio de los exoplanetas similares a Júpiter se verían afectadas por el ritmo de rotación del planeta, la tasa de flujo de salida del plasma desde una luna, la distancia orbital del planeta y el brillo ultravioleta de la estrella madre.
Un equipo científico internacional, con participación española, ha demostrado que incluso estrellas de neutrones con un campo magnético externo normal pueden generar explosiones de rayos gamma y sufrir grandes picos de luminosidad, actividad que hasta ahora sólo se había detectado en magnetares.
Este hallazgo obliga a revisar los modelos teóricos tradicionales sobre el origen y evolución de los magnetares, que podrían ser mucho más frecuentes de lo que se pensaba hasta ahora, según los investigadores de este estudio, quienes han anticipado los resultados en Science Express y que publica ABC.es.
Los magnetares son un tipo de estrella de neutrones caracterizadas por expulsar en un breve período de tiempo enormes cantidades de energía en forma de rayos X y rayos gamma, lo que constituye uno de los fenómenos más enérgicos del universo, según ha informado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para llegar a estas conclusiones, el equipo, liderado por astrofísicos del CSIC, ha estudiado durante más de un año la estrella SGR0418, descubierta en junio del pasado año cuando el satélite Fermi detectó una explosión de rayos gamma que provenía de ella.
Usando varios satélites de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), los científicos han concluido que tiene todas las características de un magnetar (emisiones muy energéticas de rayos gamma y X) pero que, a diferencia de los conocidos hasta el momento, su período rotacional no decrece y su campo magnético en superficie es mucho menor.

Las misiones de cada vez mayor duración han aumentado la necesidad de usar medicamentos en el espacio.
La razón podría ser la dosis continua de radiación a bordo de las naves espaciales, según el estudio, publicado en la revista de la American Association of Pharmaceutical Scientists (Sociedad Estadounidense de Científicos Farmacéuticos, AAPS, por sus siglas en inglés).
Los autores dijeron que las misiones de cada vez mayor duración han aumentado la necesidad de usar medicamentos en el espacio.
En la Tierra, los fármacos son generalmente diseñados para ser almacenados durante un par de años a partir de la fecha de fabricación. Por lo general, deben mantenerse en condiciones precisas, lejos de la luz solar directa o en un lugar fresco y seco.
La actividad en un área premotora se correlaciona con la acción de un animal; así, cuando el animal coge un fruto, las neuronas de F5 se activan (mandan una señal eléctrica a otras neuronas).
Pero algunas neuronas de F5 se activaban no sólo cuando el mono realizaba una acción, sino también cuando veía una acción. Esto era sorprendente, porque las neuronas en las áreas premotoras normalmente no reaccionan a estímulos visuales. Eran, por tanto, neuronas visomotoras. Pero la etiqueta "visomotora" no es buena desde el punto de vista del marketing. Rizzolatti decidió llamarlas "neuronas espejo".
Los investigadores se dieron cuenta de que, de las llamadas neuronas-espejo, algunas, pero no todas (un tercio aproximadamente), respondían a un tipo de acción muy concreta. Por ejemplo, la neurona se activaba cuando el mono cogía un fruto, y cuando veía a un mono coger un fruto, y ninguna otra cosa conseguía activarla. El grupo de Parma lanzó la hipótesis de que el mono estaba repitiendo mentalmente el gesto que veía, de que estaba realizando una forma de imitación encubierta. El término "neurona-espejo" es, por tanto, el nombre de una hipótesis. Nadie sabe a ciencia cierta si los monos están "reflejando" algo; podría tratarse simplemente de una categorización: "eso es una mano cogiendo un plátano".
Otros satélites habían observado este tipo de filamentos en las nubes interestelares con anterioridad, pero no contaban con la resolución necesaria para determinar su ancho. El satélite Herschel de la ESA ha demostrado que todos tienen un espesor similar, independientemente de su longitud o densidad.
El estudio, elaborado por científicos del Instituto de Investigación de las Leyes Fundamentales del Universo (IRFU, por sus siglas en francés) de París-Saclay (Francia), se realizó a partir del análisis de 90 filamentos. Todos ellos tenían un espesor de unos 0,3 años luz, unas 20.000 veces la distancia entre el Sol y la Tierra.
Tras comparar estas observaciones con modelos matemáticos, los autores concluyeron que estos filamentos podrían surgir de la disipación de ondas de choque en el interior de las nubes interestelares. Estas ondas, ligeramente supersónicas, podrían resultar de la gran cantidad de energía turbulenta que se expulsa al espacio interestelar cuando explota una estrella. Según la investigación, viajarían por la Galaxia y, a su paso, comprimirían el gas que hay en ella en densos filamentos.
La nueva técnica, llamada connectomics (conectómica), es similar a la genómica, que se encarga de trazar el mapa de nuestra formación genética.
La conectómica -desarrollada por científicos de la Universidad de Londres- intenta trazar el mapa de la unión entre las neuronas, un proceso llamado sinapsis, con el cual éstas transmiten información con impulsos nerviosos a través de los circuitos del cerebro.
Un mapa de la sinapsis, afirman los científicos en la revista Nature, ayudará a entender mejor cómo se generan las percepciones, las sensaciones y los pensamientos en el cerebro.
Y también servirá para comprender mejor porqué cuando falla este proceso ocurren enfermedades como Alzheimer, esquizofrenia y derrames cerebrales.
La imagen "geoeléctrica" de una columna de humo de estas dimensiones no tiene precedente, y brinda a los investigadores un panorama más claro del material que alimenta las características volcánicas de Yellowstone, dijo Robert Smith, coautor del estudio, profesor emérito de la Universidad de Utah y científico del Observatorio Vulcanológico de Yellowstone.
La información ayudará a los científicos a comprender mejor la evolución de estos cúmulos de calor que son parte integral del desplazamiento continental y están activos en 20 sitios en el mundo, desde Hawai hasta Islandia, agregó.
El enorme foco de magma bajo la superficie de Yellowstne hizo erupción en el pasado geológico y se cree que algún día podría volver a entrar en erupción.
Los científicos utilizan la deformación de los lagos, por ejemplo, y del terreno para determinar el comportamiento del cuerpo de magma que hace del Parque de Yellowstone una especie de volcán.
La NASA y co-investigadores de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón han encontrado un nuevo mineral conocido como "wassonita" en uno de los meteoritos históricamente más relevantes recuperados en la Antártida en diciembre de 1969.
El nuevo mineral se descubrió dentro del meteorito oficialmente conocido como Yamato 691 condrita enstatita. El meteorito se descubrió el mismo año que otros famosos meteoritos como Allende y Murchinson y el retorno de las primeras muestras lunares de Apollo. El estudio de los meteoritos ayuda a definir nuestra comprensión de la formación e historia del Sistema Solar.
El meteorito probablemente se puede haber originado en un asteroide que orbitaba entre Marte y Júpiter. La wassonita está entre los más diminutos, aunque más importantes, minerales identificados en la muestra de 4500 millones de años. El equipo de investigación, liderado por la científico espacial de la NASA Keiko Nakamura-Messenger, añadió el mineral a la lista de 4500 oficialmente aprobados por la Asociación Mineralógica Internacional.
La wassonita es un mineral formado a partir de sólo dos elementos, azufre y titanio, aunque posee una estructura cristalina única que no ha sido observada anteriormente en la naturaleza", dice Nakamura-Messenger.
Estos fenómenos siguen sin explicación pues se sabe que el planeta es rocoso, que no tiene núcleo ni líquido ni gaseoso que pueda hacer de dinamo como ocurre en la Tierra.
Eso hasta hace unos dos años que el equipo del telescopio Themis captó unas especies de auroras boreales con lo que se constata la existencia de magnetismo en el planeta.
Ahora, tratan de medirlas, algo realmente complejo.
Themis es un telescopio instalado en el Observatorio del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en el Teide, y el equipo autor de este hallazgo lo lideran Francois Lebanc del laboratorio Latmos de la Universidad de París y Arturo López Ariste del consorcio CNRS Themis.
Las siglas de este telescopio quieren decir Telescopio Heliográfico para el Estudio del Magnetismo y las Inestabilidades Solares y, normalmente, su objeto de estudio es el Sol.
Sin embargo, ha resultado realmente útil para estudiar el misterioso Mercurio y captar estas especiales y naranjas auroras boreales ya que puede observar este planeta unos 200 días al año y 10 horas cada día, lo que permite obtener gran cantidad de datos
Ahora ya sabemos la respuesta y esta es contundente desde el punto de vista científico:
Es muy importante una llamada a la unidad desde la relajación y la consciencia de nuestro umbral de conexión. Pese a las presiones externas y amenazas recibidas, tenemos estudios que inducen a pensar que la estrategia de las fuerzas de la sombra consiste en alterar las Resonancias Schumann en superficie mediante procesos de difracción y aislamiento en zonas metropolitanas utilizando estelas químicas con metales pesados, así como proyecciones de ELF utilizando para ello los satélites, tal y como ya ha demostrado el Dr. Nick Begich, pero también facilitando metales como excipientes en la composición de los medicamentos y alimentos que ingerimos, así como añadiendo flúor en las aguas potables. Adicionalmente, una campaña en los medios para sembrar la discordia y las discusiones permanentes, así como el miedo, son la sal y la pimienta de una estrategia para conseguir sacar a los seres humanos de sus estados de conexión consciente.
Comentario: Sobre el tema de las estelas químicas, le recomendamos a nuestros lectores el artículo de Laura Knight-Jadczyk:
¿Estelas químicas? ¿Estelas de condensación? Cielos extraños