Investigadores de la Universidad de Jena y del Sincrotrón Alemán de Electrones DESY resuelven un misterio de 60 años con un estudio de alta presión.

El cráter Barringer, en Arizona, se formó hace unos 50 000 años por un meteorito de hierro de unos 50 metros.
Los impactos de asteroides son acontecimientos catastróficos que crean enormes cráteres y a veces funden partes de la berock de la Tierra. "Sin embargo, los cráteres suelen ser difíciles de detectar en la Tierra, porque la erosión, la meteorización y la tectónica de placas hacen que desaparezcan a lo largo de millones de años", explica Langenhorst. Por ello, los minerales que sufren cambios característicos debido a la fuerza del impacto suelen servir como prueba de un impacto. Por ejemplo, la arena de cuarzo (que químicamente es dióxido de silicio, SiO2) se transforma gradualmente en vidrio a causa de un impacto de este tipo, y los granos de cuarzo quedan entonces entrecruzados por laminillas microscópicas. Esta estructura sólo puede explorarse en detalle con un microscopio electrónico. Puede observarse, por ejemplo, en material procedente del cráter Barringer, relativamente reciente y prominente, en Arizona (Estados Unidos).
"Durante más de 60 años, estas estructuras laminares han servido como indicador del impacto de un asteroide, pero nadie sabía hasta ahora cómo se formó esta estructura en primer lugar", afirma Liermann. "Ahora hemos resuelto este misterio de décadas".Para ello, los investigadores habían pasado años modificando y avanzando las técnicas que permiten estudiar materiales a alta presión en el laboratorio. En estos experimentos, las muestras suelen comprimirse entre dos pequeños yunques de diamante en la llamada célula de yunques de diamante (DAC). Esto permite generar de forma controlada presiones extremas, como las que se dan en el interior de la Tierra o en el impacto de un asteroide.
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