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Retornando a sus mejores momentos, cuando Cristóbal Colón era sacado a patadas en el culo por los "sabios" de la corte española al proponer cosas tan absurdas como llegar a Oriente por Occidente, la ciencia ha dado a luz recientemente a su nuevo Cid Campeador. Se trata de John Beddington, el jefe asesor científico del gobierno británico.
Poco antes del cierre de la "Conferencia anual de científicos que trabajan en la administración pública" llevada a cabo en el Reino Unido, el jefe de los modernos cruzados expresó con cordialidad: "Somos sumamente intolerantes, y con razón, ante el racismo. Somos extremadamente intolerantes, y justificadamente, con la gente que discrimina la homosexualidad... pero no somos intolerantes - - y deberíamos de plantearnos por qué-- con las prácticas que pretenden aparentar ser ciencia, pero que utilizan la parcialidad en la recolección de evidencias, o que directamente carecen de ellas, y que usan desacertadamente el método científico".
Tras el cerrado aplauso de los 300 templarios que asistían al simposio sentados alrededor de la Mesa Redonda, por si no había quedado claro que se trata de una verdadera guerra santa, Beddington insistió: "Creo que tenemos que ser conscientes de que se trata de una influencia perniciosa. De hecho es una influencia cada vez más perniciosa y tenemos que plantearnos cómo gestionar este tema". Y --como buen caballero de la corte británica (nombrado con honores en 2010), que extraña el uso de espada y yelmo--, sir Beddington alentó a sus tropas: "Realmente les pido que sean sumamente intolerantes".