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El fin del Siglo XX y el comienzo del Siglo XXI se han caracterizado no solamente por la proliferación de guerras, sino también por el boom de diferentes tratados internacionales que en muchos casos han devastado la economía y la estabilidad de muchos países, llevándolos a una vorágine de dependencia de la cual no pueden salir.Día tras día la prensa globalizada nos está informando sobre los acuerdos FIPA, ACTA, AP, TPP, TTIP, TIFA, NAFTA, TLC, GATT, WTO, TISA etc. y nos preguntamos lógicamente para qué existen tantos tratados y qué intereses sirven. Para entender todo este embrollo, del que por supuesto sólo se han beneficiado o se benefician unos pocos, habrá que revisar la historia.
Resulta, según los archivos de la Carnegie Endowment for International Peace (Fundación Carnegie para la Paz Internacional), ya en 1908 la junta directiva de esta organización estaba debatiendo "si habían otras formas conocidas además de la guerra para poder alterar la vida de una nación". Después de muchos días de deliberación, los participantes llegaron a la conclusión que la guerra siempre había sido el método más efectivo de cambiar la vida de una nación o una sociedad. A la vez afirmaron que
tratados, acuerdos y pactos internacionales también podrían servir este propósito orientados a debilitar la soberanía del Estado a través de su gradual subordinación a las organizaciones internacionales.
En la era de la globalización las corporaciones transnacionales amparadas por la única superpotencia del mundo, Estados Unidos, tomaron bajo su control el aparato de toma de decisiones de la mayoría de las organizaciones internacionales que a su vez,
a través de los acuerdos bilaterales o multinacionales hicieron disminuir la libertad política, jurídica y económica de los países participantes en nombre del acuerdo internacional firmado. En realidad cada tratado internacional afecta la soberanía de los países firmantes y en especial la de los países en proceso de desarrollo que, frecuentemente o casi siempre, aceptan las imposiciones de las naciones más poderosas con quienes firman el acuerdo.
México es un ejemplo más claro de las consecuencias que podrían tener los tratados en la vida económica, política y financiera de una nación y de su sociedad.
Siempre en la mira de su vecino del Norte, este orgulloso y soberano país finalmente se sucumbió a las presiones de Washington y sus generosas promesas de prosperidad y firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) con Estados Unidos y Canadá en 1992. A partir del primero de enero de 1994 este tratado entró en vigencia. Aquel año muchos estudiosos mexicanos denunciaron que eran muy pocas personas que pudieron tener acceso a los 2226 artículos de aquel acuerdo antes de la firma final y ni siquiera los miembros del congreso tuvieron tiempo de revisarlos con detenimiento y debatirlos.
Comentario: Es lo mas sensato que puede decir Engdal, se hace aparente para mas personas que la estructura económica global actual ya no es sostenible, especialmente con los métodos con los que se mantiene, entre guerras y revoluciones de colores, amenazas y recientemente sanciones económicas, a pesar de todos los esfuerzos y energía invertida es evidente que el mundo se le esta saliendo de las manos al imperio.