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La gran disputa electoral en Brasil ha vuelto a poner en el tapete los intereses de Estados Unidos en América del Sur. Aislado con el proyecto de la Alianza para el Pacífico, sus intereses han vuelto a aparecer más claramente con los dos candidatos opositores en Brasil: Marina Silva y Aécio Neves.Prioridad de acuerdos bilaterales - claramente, en primer lugar, con Estados Unidos - , debilitando todos los proyectos de integración regional - del Mercosur a la Celac, pasando por la Unasur, en primer lugar. Es decir, cambio de la inserción internacional de Brasil que, al moverse, con el peso que ha adquirido, significaría el más grande cambio en las relaciones políticas regionales desde la elección de la serie de gobiernos antineoliberales a lo largo de la primera década del nuevo siglo.
En lo interno, un giro radical hacia políticas de mercado, con duro ajuste fiscal, que debilitaría el rol del Estado. Arminio Fraga, el comandante económico de Aécio Neves, dijo cosas muy significativas, que estuvieron de moda cuando él participaba en el gobierno de Cardoso: que
el salario mínimo es muy alto (sic) en Brasil, frenando con ello la retomada del crecimiento de la economía. Que un cierto nivel de desempleo es saludable (sic), claramente para debilitar la capacidad de negociación de los trabajadores. Que los bancos públicos han crecido demasiado, etcétera etcétera. Todas melodías para los oídos de los economistas, instituciones y gobiernos ortodoxos, en primer lugar, Estados Unidos.
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