
© RT
El tercer "Maidan" de Ucrania no tardó en llegar, y se apagó con la misma rapidez. A diferencia de las protestas que se iniciaron a finales de 2013 y se convirtieron el "Euromaidan" de un mes de duración, que culminó con el golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Yanukovich, esta vez, no hubo escuadrones de manifestantes bárbaros atrincherados en campamentos, ni batallas campales con la policía, ni ocupación de edificios del gobierno. ¿Por qué no?Casi de inmediato, tras los pasos del
desfile por los derechos de los homosexuales, que fracasó el viernes con un gemido espectacular después de ser atacado por matones neonazis del Sector de Derecha (los mismos a los que Kiev ha estado utilizando obedientemente en su "operación anti-anti-terrorista" en el este), robots fascistas sin cerebro similares, hicieron lo mismo a la marcha antigubernamental masiva en Kiev
este fin de semana.
Los miles de manifestantes que marcharon y acamparon en la plaza Maidan, estaban expresando sus quejas en contra un gobierno de líderes sedientos de sangre, ineptos y codiciosos. Es decir, los manifestantes trataban de comprometerse con el completo espíritu de esa recién descubierta democracia ucraniana-estadounidense que les fue regalada el año pasado, a través del golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos. Ya sabes, en protesta contra de cosas como la pobreza, las pensiones penalmente bajas, y una costosa guerra inútil e ineficaz en el Este. Algunos manifestantes pedían la
destitución de Poroshenko, afirmando que el gobierno no puede manejar los problemas actuales del país.
Pero al parecer, sus quejas no son tan graves, sobre todo porque no danzan con los "intereses estratégicos" del gobierno de Estados Unidos, a diferencia de las protestas anteriores en el Maidan, el año pasado, que tenían las bendiciones paternales divinas de los gloriosos Estados Unidos, completadas con las galletas de Nuland, la barbarie del Sector de Derecha, y los francotiradores provocadores. El botín de ese pequeño Maidan, fue para Poroshenko. Este pequeño Maidan, podía también haberse quedado en casa. Lo único que consiguieron fue el privilegio de ir gritando "wee, wee, wee" en su camino a la cárcel. Ahora, si Poroshenko tuviera un trasplante de cerebro y de repente dijera algo remotamente favorable sobre Putin, ESA sería una historia diferente. En ese caso, el flujo benéfico de galletas, armas y apoyo, sin duda vendría libremente, junto con una demanda del gobierno de Estados Unidos de que Poroshenko "tiene que irse".
Comentario: