Los analistas políticos siguen con toda atención los esfuerzos de Estados Unidos por provocar «cambios de régimen» simultáneos en Venezuela, Ucrania y Siria. Washington pretende demostrar así que sigue siendo una superpotencia capaz de controlar el curso de los acontecimientos en varias regiones geográficas al mismo tiempo y amedrentar de esa manera a quienes crean poder sustraerse a su predominio recurriendo a nuevas alianzas. Nil Nikandrov analiza en este trabajo la crisis en Venezuela y pone los puntos sobre las íes ante la ola de mentiras de los medios de prensa occidentales.
Manifestantes « pacíficos » –pero encapuchados– preparan un coctel Molotov en medio de un enfrentamiento en Caracas, el domingo 2 de marzo de 2014.
En Venezuela, los bolsones aislados de manifestaciones estudiantiles que subsistían en algunas grandes ciudades, desaparecieron como por arte de magia durante el reciente carnaval. Para ser más exactos, desaparecieron en los barrios más acomodados de esas ciudades. Olvidando la tradición de viajar a las playas del Caribe durante esta temporada, los organizadores de las manifestaciones antigubernamentales habían declarado que las protestas continuarían porque «
el descontento popular» había alcanzado un punto culminante. Un empujoncito más y el régimen se iría a pique, el presidente Nicolás Maduro y sus compañeros huirían a Cuba y Venezuela volvería a ser «una verdadera democracia». Los principales canales de televisión occidentales dieron amplia cobertura a las manifestaciones. Y después... silencio total. Los venezolanos se relajaron y celebraron su carnaval.
Comentario: Cuando se trata de Israel, EEUU sólo habla, y nunca hace nada. ¿Será para dar una buena imagen ahora que están quedando en semejante ridículo con el conflicto en Ucrania? ¿Dónde están sus armas, sus amenazas y sus proyectos humanitarios"? Israel sigue haciendo lo que se le antoja en Palestina. Así que Kerry, guárdese las palabras. Su país ha sostenido actos criminales del Estado sionista durante mucho tiempo. Lo que diga no importa. Importan los actos, y en este caso, figuran por su ausencia.
Y no nos venga con las resoluciones de 1947, que bien sabemos fueron una farsa y el comienzo de la masacre iniciada por los sionistas.
Para mayor información, léase El 11-S: la verdad definitiva, de Laura Knight-Jadczyk y Joe Quinn.