Los grupos de autodefensa en Michoacán han declarado que cuando el estado esté limpio del crimen organizado ellos volverán a sus labores en el campo: "No queremos ser policías... nuestro interés es tener a nuestras familias protegidas".

La violencia en ese estado no es nueva y las acciones del gobierno federal en contra del crimen organizado tampoco. Desde el inicio del desgobierno de Felipe Calderón se han enviado a la entidad miles de elementos de las fuerzas del orden con distintos uniformes y no se ha logrado nada sustancialmente efectivo. Al contrario, la violencia ha crecido y ha hecho imposible la vida de los habitantes de varios municipios en tanto que los grupos delictivos, pese a declaraciones triunfalistas en los medios oficiales, hacen de las suyas en la región. Todavía el año pasado, por ahí de mayo, se enviaron soldados y marinos, además de policías federales, a recorrer todos los municipios en conflicto para poner el orden. No ocurrió nada importante, tan es así que a principios de este año se siguió la misma estrategia: enviar miles de efectivos militares y policiales y el crimen sigue cobrando vidas y bienes muebles e inmuebles. Al parecer las guardias de autodefensa han resultado más efectivas, pero tampoco han podido con el paquete.
El secretario de Gobernación dice que ahora sí, pero no convence del todo. Lo que es un hecho es que aun enviando miles de efectivos castrenses la crisis michoacana ha sido de tal magnitud que ya ocupa titulares en periódicos extranjeros. Algo o mucho no se ha hecho bien. Cuesta trabajo pensar que el gobierno federal, con todos los recursos que tiene (mucho mayores que los de cualquier particular nacional), no haya podido contener o acabar con los delincuentes.
Si se tratara de una guerra convencional se puede esperar que en siete años (desde la
Operación Conjunta Michoacán de Calderón) ya conociéramos al bando triunfante, pero no es así, ni sabemos para cuándo. Si los delincuentes tuvieran uniforme quizá notaríamos su fuerza o por lo menos la sabrían los generales y almirantes que han dirigido diversos
operativos. Pero esto no ha sido posible ya que, por lo visto, los criminales son expertos en aparecer y desaparecer, en armarse y actuar al mismo tiempo que se vuelven invisibles salvo para sus víctimas, que cada vez son más y en mayor territorio del país, y no sólo en Michoacán.
Algunos expertos han dicho que para que el crimen organizado tenga el éxito que ha tenido tiene que estar conectado con altos funcionarios del gobierno y de las fuerzas armadas. Yo no soy experto, pero no descarto esta hipótesis, perfectamente posible aunque sea difícil de comprobar (algunos casos sí han sido demostrados).