Desde que se iniciaron las revoluciones árabes hace ya más de un año,
Qatar ha adoptado un papel protagónico en toda la región y se ha puesto a la vanguardia del nuevo plan geoestratégico en el que son varios los actores interesados.
© DesconocidoHamadbin Khalifa al Thani
Este minúsculo país del Golfo Pérsico, una península de apenas 11.437 kilómetros cuadrados, está presidido por el emir Hamadbin Khalifa al Thani, que se hizo con el poder en 1995,
cuando dio un golpe de Palacio aprovechando la ausencia de su padre, que se encontraba en viaje diplomático.Es conocido en todo el mundo árabe que su segunda esposa, la Sheikha Moza, cuya belleza palaciega embelesa al mundo,
lideró la conspiración contra su suegro para que los derechos de sucesión pasaran a su prole y no a los hijos del emir con su primera esposa. Aquel día congregó al Consejo de Jeques del país y se emitió un mensaje televisado a la nación en que se transmitía la imagen del Consejo y una voz periodística informaba que había sido investido un nuevo emir. A partir de aquel día, el padre de Hamadbin Khalifa estuvo exiliado y no pudo volver al país hasta 2005 para asistir al funeral de una de sus esposas.
Qatar es un país donde 300.000 súbditos gozan de la renta per cápita más alta del planeta, unos 104.000 dólares anuales por ciudadano.
Mientras los ciudadanos qataríes se recrean en su fastuosidad y su ostentación,
un ejército de más de un millón y medio de asiáticos en condiciones de semiesclavitud y sin derechos sociales, malvive hacinado en pisos patera y trabajando jornadas que superan las catorce horas, y soportando más de 40 grados de temperatura media la gran parte del año. Estos ocupan todos los puestos de trabajo poco cualificados en plataformas de extracción, construcción y servicio doméstico. Sus sueldos no superan los 200 dólares mensuales y sus patrones qataríes pueden enviarles de vuelta a sus países de origen cuando lo deseen. Gracias a esta mano de obra barata y a sus recursos inagotables, Qatar se ha convertido en los últimos años en
el país más rico del mundo en PIB per cápita, donde la ostentación y la obesidad se han convertido en los rasgos más característicos de la mayoría de sus ciudadanos, y donde Doha es una ciudad futurista plagada de coches de lujo y grandes centros comerciales con aire acondicionado donde la gente consume hasta la extenuación.
Esta circunstancia ha sido además aprovechada por el emirato durante los últimos años para tomar posiciones en la economía internacional. Marcas emblemáticas han ido entrando poco a poco en las redes qataríes, entre ellas
Porsche, Volkswagen, Harrods, los bancos Barclays y CréditSuisse e incluso clubes de fútbol como el París Saint Germain y el FC Barcelona.