Traducido por el equipo de SOTT.net
Ha pasado más de un año desde que la pandemia de la Covid-19 ha tenido un impacto generalizado en las vidas de la gran mayoría de la humanidad. Desde que la "niebla de guerra" se ha disipado, por así decirlo, ha habido muy poca introspección con respecto al autoritarismo visceral impuesto a la humanidad en la prensa liberal o en el mundo académico. Existen paralelismos espeluznantes entre el pánico generado durante la crisis sanitaria y la reacción al 11 de septiembre. También hay muchas pruebas circunstanciales de conocimiento previo y planificación previa de ambos acontecimientos. A su paso, la histeria colectiva, la propaganda gubernamental, la tiranía, la censura y los sistemas de creencias irracionales surgieron de cada uno de ellos, apoyados por los intereses de la clase dominante y los portavoces de los medios de comunicación de masas.
Aunque muchas políticas relacionadas con la guerra global contra el terror y la pandemia tienen ciertamente impulsos fascistas y totalitarios, existen diferencias clave. Mientras que el fascismo y el totalitarismo se basan en un único déspota y en la marginación de los grupos minoritarios, la tiranía posmoderna opera según los flujos del capitalismo tardío: se fomenta la diversidad y la inclusión; el poder se extiende a través de una oligarquía corporativa, así como de jerarquías políticas, militares y, ahora, médicas; y los efectos económicos y sociales devastadores son engendrados por "causas ausentes"; es decir, motores abstractos del capital: fluctuaciones bursátiles, algoritmos, instrumentos financieros y diversas burbujas y estafas del sector de las Finanzas/Seguros/bienes raíces (FIRE por sus siglas en inglés).