El derribo del avión ruso Su-24 por parte de Turquía desnudó a su presidente, Recep Tayyip Erdogan, como uno de los mecenas del Estado Islámico. Su vinculación, junto a su hijo y su yerno, en el subsidio de los terroristas era un secreto a voces que Rusia denunció al mundo con vídeos y fotografías satelitales que prueban el delito.
© Sott.netErdogan no es el único con las manos ensangrentadas...
Y es que Erdogan y su entorno se pusieron nerviosos al ver el accionar de las fuerzas rusas sobre las instalaciones petroleras y los camiones cisterna que transportan el crudo que roban los terroristas y que trafican hacia territorio turco. Algo que podía significar el final de su negocio lucrativo con ese recurso energético. O al menos, una merma importante.
Pero no es el único medio de financiación de los yihadistas, ni el único en el que participa el país otomano. Así, el analista militar y asesor en conflictos internacionales, Gustavo Morales Delgado, afirma que
el 92% de la producción mundial de opio está en Afganistán, desde donde es enviado a laboratorios en Turquía, donde la pasta de ese narcótico se transforma en heroína para inundar los mercados. El experto sostiene que en este momento Turquía forma parte del bandidaje internacional y de una red mafiosa a nivel de Estado.
Comentario: Las amenaza de guerra - iniciada por Arabia y casi seguro con EEUU detrás de bambalinas - y la desestabilización de la zona, ayudan a distraer a la sociedad del presente colapso económico de Arabia y Occidente. Además, les ayuda a vender más armas, facilita la manipulación del precio del petróleo, y para cerrar, parece un intento claro para evitar la participación de Irán con la coalición rusa.
Es muy poco probable que se detone una guerra, después de todo, países como Arabia Saudita, Turquía y los EE.UU. prefieren luchar batallas con adversarios debilitados por la pobreza, el conflicto interno, o ya vencidos de antemano. Son buitres esperando una comida fácil, pero al mismo tiempo, eso no significa que puedan permanecer impunes ante tanta barbarie y corrupción, parece inevitable que su misma política de la guerra perpetua psicopática puede tornarse en su contra de un momento a otro, ya sea en el aspecto doméstico, financiero, ecológico, o cósmico... o bien un poco de todo.