Traducido por el equipo de SOTT.net

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La llamada telefónica del 18 de marzo entre los presidentes Trump y Putin ya se ha producido.
Fue un éxito, en la medida en que permitió a ambas partes calificar el resultado de "positivo". Y no condujo a una ruptura (en virtud de la menor de las concesiones de Putin: una tregua de infraestructura energética), algo que fácilmente podría haber hecho (es decir, derivar en un callejón sin salida con Trump excoriando a Putin, como lo ha hecho con Zelensky), dadas las expectativas fantásticas e irreales que se tejen en Occidente de que esta sería la "reunión decisiva" para una división final de Ucrania.
Puede que también haya sido un éxito, en la medida en que ha sentado las bases para los deberes pendientes, de los que ahora se encargarán dos equipos de expertos en la mecánica detallada del alto el fuego. Siempre ha sido un enigma por qué el equipo estadounidense en Riad no se había ocupado antes de esta cuestión (¿falta de experiencia?). Al fin y al cabo, fue porque el alto el fuego se trató como una entidad que se creaba a sí misma, en virtud de una firma estadounidense, que las expectativas occidentales se dispararon en la creencia de que los detalles no importaban; todo lo que quedaba por hacer, en esta estimación (errónea), era "repartir el pastel".
Hasta la mecánica de un alto el fuego, que debe ser completo, ya que los altos el fuego casi siempre se rompen, hubo poco que discutir sobre ese tema el martes. Como era de esperar, el debate (al parecer) se centró en otras cuestiones, principalmente económicas y sobre Irán, lo que pone de manifiesto una vez más que e
l proceso de negociación entre Estados Unidos y Rusia no se reduce a Ucrania.
Entonces, ¿cómo pasar a la aplicación del alto el fuego? Muy sencillo. Empezar a deshacer la "cuna de gatos" de impedimentos que bloquean la normalización de las relaciones. Putin, arrancando sólo una hebra a este problema, observó que:
"Las sanciones [por sí solas] no son medidas temporales ni selectivas. Constituyen [más bien] un mecanismo de presión sistémica y estratégica contra nuestra nación. Nuestros competidores buscan constantemente limitar a Rusia y disminuir sus capacidades económicas y tecnológicas... producen estos paquetes sin cesar".
Por lo tanto, hay muchos desechos geoestratégicos acumulados que hay que abordar y corregir, que se remontan a muchos años atrás, antes de que pueda comenzar en serio una normalización de la situación general.