Por allí algunas voces no tan acreditadas se empeñan en minimizar el caso de Michael Brown:
el joven negro de 18 años asesinado a balazos por un oficial blanco, en el condado de Ferguson, en Missouri, estado ubicado en el proverbialmente racista medio-oeste de Estados Unidos. Y la apreciación - con certeza deleznable - es básicamente que en otros lados ocurren cosas más siniestras. Y vamos a conceder que la observación es parcialmente cierta. En México, por ejemplo, las desapariciones forzadas, los decapitados, las ejecuciones extrajudiciales, el barbarismo de la delincuencia,
sin duda revelan un estado de crisis humanitaria que a menudo se omite, o que ciertamente no alcanza los niveles de cobertura mediática que desató el caso Brown. Otras opiniones, aparentemente con buenas intenciones, sugieren que el problema es más bien de orden legal e institucional, y que la actuación indebida de los "agentes del orden", en Estados Unidos o en cualquier parte del mundo, es un asunto infelizmente inevitable, y que en todo caso la anomalía radica en la ausencia de mecanismos óptimos de investigación, procuración e impartición de justicia.
Pero cualquiera de estos dos remedos de crítica yerran en la estimación del problema en Ferguson, que por cierto no es sólo un problema en Ferguson. El asesinato de Michael Brown abre una llaga que nunca cerró en la sociedad estadounidense. Y no nos referimos sólo al aspecto más visible: el racial. Si no a las desigualdades lacerantes en un país donde la marginalidad tuvo y tiene color. Y a la violencia inmanente en el modo de vida norteamericano, que no sólo comprende a Estados Unidos, sino a todos los pueblos donde el tío Sam instaló su señorío.
Comentario: Putin tiene mucha razón, y a diferencia de EEUU y sus lacayos, respalda lo que dice con hechos. Además, es un hecho que EEUU apoya a estados terroristas y fascistas, lo que deja ver su verdadera cara patológica cada vez más. Ya tantas grietas tiene su máscara, que solo se necesita poner atención para ver la podredumbre detrás de esta. EEUU parece que está al borde del abismo, y aún así, no quita los ojos de sus egoístas objetivos imperialistas de control y dominación total.