El Consejo Estadounidense de Ciencia y Salud, formalmente un grupo investigador independiente, teóricamente se dedica a desacreditar la 'ciencia basura'. Pero recientes filtraciones insinúan que la verdad científica podría no ser su único objetivo. © Desconocido
"Somos una asociación de científicos preocupados por el hecho de que las políticas públicas en cuestiones de salud y medioambiente no se fundamentan en una base científica sólida." Así es como se define a sí mismo el Consejo de Ciencia y Salud (ACSH por sus siglas en inglés), que también afirma que su misión es luchar contra las organizaciones que exageran los riesgos de "varios logros tecnológicos que en realidad contribuyen a la variedad de oferta y son beneficiosos para la salud".
Entre otras innovaciones, el grupo defiende la fracturación hidráulica (conocida también como 'fracking'), negando que esta técnica, que consiste en extraer gas o petróleo mediante la inyección de agua a presión en el subsuelo, sea perjudicial para el medioambiente. También protesta contra el intento de la ciudad de Nueva York de prohibir la venta de vasos grandes de bebidas gaseosas azucaradas. Descarta, además, la existencia de daños potenciales causados por el bisfenol A (BPA), un compuesto orgánico que se usa en la producción de plásticos, y la atrazina, un pesticida de uso común que, según varios estudios, puede alterar el equilibrio hormonal de los animales. En todos estos casos la organización insiste en que sus conclusiones se basan en estudios científicos.
Sin embargo, documentos filtrados por la revista estadounidense 'Mother Jones' hacen dudar de la objetividad del ACSH, ya que revelan que la financiación del grupo de investigación depende de corporaciones que tienen un interés financiero en debates científicos.