
El jefe de al-Qaeda en Líbano, Majed al-Majed, oficialmente fallecido luego de ser detenido cuando era trasladado en ambulancia.
Al-Zawahiri reconoció oficialmente el Frente al-Nusra atribuyéndole el título de representante de al-Qaeda en Siria. En ese país, Al-Nusra es actualmente aliado del Frente Islámico, que cuenta en sus filas tanto brigadas vinculadas a al-Qaeda como ramas armadas de la Hermandad Musulmana.
El Frente Islámico se halla bajo la dirección de Zahrane Allouche, el hombre del jefe de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita, Bandar Ben Sultán, y goza públicamente del respaldo de Qatar, de Arabia Saudita y de Turquía, con la bendición de Estados Unidos.
El desmembramiento y desaparición del llamado Ejército Sirio Libre (ESL) hizo caer el maquillaje que escondía la verdadera identidad de los grupos terroristas que luchan contra el pueblo y el ejército de Siria. El regreso de miles de desertores a las filas del ejército regular de Siria es el resultado natural de la aparición de al-Qaeda y de sus componentes takfiristas, quienes protagonizan ahora una sangrienta disputa por el control de los recursos y el botín de los saqueos.
Desde el inicio de los acontecimientos era evidente que los países que desataron la guerra utilizan los grupos terroristas y los remanentes de al-Qaeda para tratar de destruir el Estado sirio y sus capacidades. El objetivo era castigar a Siria por su papel en el movimiento de resistencia contra los planes hegemónicos de Israel y Estados Unidos, que ya han desatado tres guerras contra el Líbano y Gaza. Esas agresiones han fracasado, al igual que la invasión estadounidense contra Irak, que no logró alcanzar sus objetivos.
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