
Programas ocultos (o "pasivos", en la jerga) que reconstruyen al instante conversaciones de Facebook, MSN o WhatsApp, sin que se enteren ni el usuario ni el proveedor. Software que permite no sólo interceptar y grabar una conversación sino al mismo tiempo identificar quien está hablando y desde donde. Troyanos que infectan computadoras para robarles sus comunicaciones secretas y claves de encriptación. Todo lo que uno hace con el celular, internet, handy o teléfono satelital, o sea todas las comunicaciones. Todo puede ser interceptado y en algún lugar del mundo, está siendo interceptado. Ni siquiera se salva la conversación cara a cara, porque hoy se ofrecen al mercado poderosos micrófonos para escuchar a cualquiera en cualquier lado. Hasta venden equipos para pinchar satélites.
Los documentos, que fueron analizados en una investigación conjunta entre Wikileaks y diecinueve medios del mundo, entre ellos Página/12, muestran que no hay defensa contra las nuevas tecnologías de espionaje masivo disponibles en el mercado. Se trata, además, de una industria opaca y prácticamente sin control, que ofrece desde misiles hasta celulares para fuerzas especiales en zonas peligrosas, con botones de pánico conectados a un GPS, y sensores para detectar y enviar una señal si el usuario del celular está muerto. Al ser una industria privada no tiene control estatal y al no cotizar en bolsa no tiene el control público de las grandes empresas, aunque prácticamente sus únicos clientes son gobiernos y grandes empresas de telefonía e internet.