
Que CFKirchner pontifique que "las corporaciones no ocupan más la Casa de Gobierno" es, por lo menos, presuntuoso.
Un gobierno que ha mantenido con tubo de oxígeno a las privatizadas y conservado el monopolio de las telecomunicaciones para Telecom Italia y Telefónica de España (uno de los negocios más rentables), solamente puede blandir su autonomía ante un coro de alcahuetes. La Presidenta, de cualquier modo, comete un error de concepto, porque por más autónomo que un gobierno pretenda ser de las corporaciones, lo hace siempre en defensa del capital en su conjunto. No deja de ser un protector y garante de las relaciones sociales capitalistas, en las cuales las corporaciones desarrollan su hegemonía. Bajo el gobierno del matrimonio K, la Bolsa rompió todos los récords de ganancias y de capitalización -lo mismo ocurre con el valor de mercado de la deuda pública.
El mérito mayor de los K, haber reconstruido en buena parte las relaciones sociales quebradas por la crisis de 2001, lo tipifica como un gobierno capitalista 'par excellence' -mucho más que Menem, quien demoró más de dos penosos años en salir de la hiperinflación para caer en la 'convertibilidad'. Es sabido que sólo por vía de excepción los gobiernos nacionalizan empresas en perjuicio de sus dueños; la regla general es para salvarlos a ellos o a sus numerosos acreedores de la bancarrota. En 2008, el gobierno nacional puso en práctica un plan de pago de salarios de trabajadores suspendidos pero también en actividad (Repro) a cargo del Estado.