Diciembre comenzó con otro asesinato del poder en las tierras de nuestra América: el dirigente campesino Vidal Vega fue asesinado en su domicilio junto a su familia a manos de sicarios. Vidal desde junio presidía la Comisión sin Tierra de Marina Cué en Paraguay desde la cual acompañaba a los familiares de las víctimas de la masacre de Curupaytí y estaba por recuperar 500 hectáreas para la comunidad campesina.

© Jorge Saenz/AP
La masacre de Curupaytí fue la puesta en escena que, además de costarle la vida a once campesinos, sirvió de excusa para el golpe político que depuso al presidente Fernando Lugo. Con el correr del tiempo el hecho dejó en evidencia el armado de los sectores más conservadores del país y sus conexiones con la empresa Monsanto, la cual obtuvo el permiso para ingresar al mercado a los pocos días de que Franco arrebatara el poder.
El asesinato no sólo debe leerse desde la lucha que realizan los campesinos por sus tierras, sino que Vidal participaba en la Plataforma de Estudios e Investigaciones de Conflictos Campesinos (PEICC), organismo dedicado a investigar la masacre desde la verdadera versión. Dentro de la información que están recavando, el campesino era un testigo clave por la masacre ocurrida, sin embargo la carátula de la causa deja leer que "todo apunta a un ajuste de cuentas".
Comentario: Continúa en Control mental y terrorismo II