Activistas de ambas comunidades denuncian el expolio constante que el Gobierno de Netanyahu acomete en el sector ocupado al este de la ciudad.
© EFE/Jim HollanderPolicías fronterizos vigilan la frontera mientras mujeres palestinas cruzan el paso de Kalandia a las afueras de Ramala para llegar a Jerusalén.
El paseante que enfila la calle Nablus en dirección norte cualquier viernes por la tarde, cuando ha sobrepasado el hotel American Colony en cien metros, se encuentra a un grupo de israelíes judíos y de palestinos que se han concentrado para protestar contra la ocupación de Jerusalén Este, cada vez más visible y apoyada por el gobierno de Benjamin Netanyahu, y que,
aunque es ilegal, sigue adelante a buen ritmo porque la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados.
Muhammad Sabbagh, de 64 años, ha participado en todas las concentraciones desde el principio, en el año 2009, y se mueve por la zona saludando a los presentes, que este viernes eran medio centenar aproximadamente, un número no muy elevado pero selecto, formado básicamente por militantes de izquierda y pacifistas de los dos bandos, aunque también se veían otros activistas políticos.
"Muchos se cansan de venir cada viernes y por eso hoy no hay tantos manifestantes como cuando comenzaron las protestas hace tres años. La gente no ve resultados y se desanima; además, estamos en ramadán y eso disminuye el número de palestinos", explica Sabbagh en el barrio de Sheij Jarrah, donde tiene lugar la concentración,
un barrio que siempre fue palestino pero que poco a poco va cambiando de fisonomía.
En Sheij Yarrah hay una tumba polémica. Los judíos dicen que en ella está enterrado un personaje bíblico, Shimon ha Tzadiq, es decir Simón el Justo, y esto atrae a un gran numero de judíos que quieren visitar la tumba. Los palestinos, en cambio, sostienen que la tumba en disputa pertenece a un jeque musulmán, Ismail Sadi, que fue enterrado allí en 1875 y no en tiempos bíblicos.
Este no es el único lugar de los territorios ocupados que genera un conflicto semejante. El más visible es la supuesta tumba de José, situada cerca de la ciudad de Nablus. Los judíos sostienen que es la tumba del bíblico José, hijo de Jacob, mientras que los palestinos aseguran que se trata de otro jeque musulmán del siglo XVIII. La lucha por el control de esta tumba ha causado un número significativo de muertos en las dos partes, pero nadie parece dispuesto a renunciar a ella.