Traducido por el equipo de SOTT.netBruselas está acosando a las grandes tecnológicas censurando contenidos y modificando algoritmos, pero serán los ciudadanos de todo el mundo quienes pagarán el precio.

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En las últimas décadas, Europa ha creado muy poco de relevancia real en términos de plataformas tecnológicas, redes sociales, sistemas operativos o motores de búsqueda. Por el contrario, ha construido un amplio aparato regulador diseñado para limitar y castigar a quienes realmente han innovado.
En lugar de producir sus propias alternativas a los gigantes tecnológicos estadounidenses, la UE ha optado por asfixiar a los ya existentes mediante regulaciones como la
Ley de Servicios Digitales (DSA) y la
Ley de Mercados Digitales (DMA).
La DSA tiene por objeto controlar el contenido y el funcionamiento interno de las plataformas digitales, exigiendo la rápida eliminación de los contenidos considerados «inapropiados», lo que equivale a una forma moderna de censura, así como la divulgación del funcionamiento de los algoritmos y restricciones a la publicidad dirigida. La DMA, por su parte, pretende limitar el poder de los denominados «guardianes de las puertas de acceso» obligando a empresas como Apple, Google o Meta a abrir sus sistemas a la competencia, evitar la auto-preferencia y separar los flujos de datos entre productos.
Estas dos normativas podrían tener un impacto mayor en las empresas tecnológicas estadounidenses que cualquier legislación nacional, ya que se trata de normas elaboradas en Bruselas pero que se aplican a las empresas estadounidenses de forma extraterritorial. Y van mucho más allá de las multas:
obligan a introducir cambios estructurales en el diseño de los sistemas y las funcionalidades, algo que ningún Estado soberano debería imponer a una empresa privada extranjera.
Comentario: Nunes parece ser un libertario acérrimo, que cree que se debe permitir a las empresas operar sin restricciones, confiando en «el mercado» para frenar sus excesos. Todos sabemos cómo ha ido eso. Dicho esto, las acciones de la UE son igualmente malas, ya que pretenden someter a las empresas extranjeras a sus propios objetivos de censura.