François Hollande ha vivido la semana más difícil desde su elección como presidente de Francia, el 6 de mayo de 2012. Su política exterior, su gestión interna y, también su vida privada, han marcado los peores días del jefe del Estado francés en el cargo.
Tras semanas de dudas y tergiversaciones, el gobierno de París decidía el miércoles la
suspensión de la entrega de los portahelicópteros Mistral a Rusia. Frenaba así el acuerdo alcanzado con Moscú en 2011, con un valor de 1.200 millones de euros por nave. La decisión, tomada en la víspera de la reunión de la OTAN en el País de Gales, ponía en evidencia, según sus críticos fuera y dentro del país, la sumisión de Hollande a las presiones de Barack Obama y Angela Merkel. El presidente francés asistía a la «cumbre» atlántica sin el aura que los gaullistas echan de menos en las relaciones exteriores de Francia. Pero lejos queda ya el tiempo en el que París podía permitirse una política exterior independiente.
Socio de la OTAN, Hollande se sentía en el dilema de mostrarse incoherente ante sus socios o dañar gravemente su reputación como vendedor de armamento. Hollande optó por lo segundo, arguyendo que «no podía armar a una de las partes en conflicto en Ucrania». Sus opositores internos, de derecha e izquierda, pueden comprender las razones, pero no el momento de tomar la decisión.
Comentario: Hollande no es muy diferente de Obama. Contrariamente a Nicolas Zarcozy y George W. Bush, sus predecesores, que eran visiblemente violentos y pro-sionistas, Hollande y Obama suelen dar la apariencia de ser más pasivos y "suaves". Pero no nos dejemos engañar. Ambos están llevando a sus países respectivos a la quiebra.
Presidente francés bate récord en caída de popularidad
Miles de franceses protestan contra su presidente, Hollande
Vea cómo comparten objetivos criminales:
Irak: EE.UU. prosigue sus bombardeos y Francia acuerda enviar armas