Traducido por el equipo de SOTT.net
© Susan Walsh/APEl entonces presidente de EE.UU. Donald Trump y el entonces primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Salón Este de la Casa Blanca - 28 de enero de 2020. La presentación de la visión de « Paz para la prosperidad » para el acuerdo israelí-palestino.
Bueno, se acabó... ¿o no? Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos respaldado por un Senado controlado por el Partido Republicano y posiblemente incluso por una mayoría en la Cámara de Representantes. Y no hay que descartar la ventaja derivada de contar con un Tribunal Supremo mayoritariamente conservador,
pero mucho depende de a quién nombre Trump para los puestos clave del gabinete, un punto débil en la primera presidencia de Trump, ya que tendió a seleccionar ideólogos en lugar de candidatos con conocimientos o experiencia relevantes. Uno espera, por ejemplo, que ni la habitual claque de neoconservadores ni personajes del establishment como Mike Pompeo o Tom Cotton, que han sido mencionados como posibles candidatos a Secretario de Defensa, aparezcan en la lista de nadie para un alto cargo.
Durante los prolegómenos de la campaña presidencial, Trump se refirió en ocasiones a sí mismo como el político más popular de Israel, incluyendo la presunción de que si fuera capaz de presentarse como candidato en ese país podría ser elegido para los más altos cargos sin ningún problema. Eso era, al menos en la mente de Donald, una expresión de gratitud por lo mucho que había hecho por Israel en 2016-2020, incluido el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, la aceptación de la anexión de los Altos del Golán sirios, la cobertura política de las acciones israelíes y la declaración de que Estados Unidos no haría nada para interferir en las acciones militares y policiales relacionadas con la expansión de los asentamientos israelíes en la Cisjordania nominalmente palestina. Israel también apreció el nombramiento por parte de Trump de su abogado David Friedman como embajador estadounidense.
Friedman demostró ser un apologista a tiempo completo de Israel, que no representa ni defiende los intereses estadounidenses. En la reciente campaña presidencial, Trump habló con frecuencia ante grupos republicanos judíos y se declaró el mejor amigo y defensor de Israel entre los políticos estadounidenses.
Comentario: Niall Bradley desde X: