Pocos experimentos de psicología alcanzan el impacto mediático que ha tenido el que acaban de publicar Kramer y colaboradores en la prestigiosa Proceedings of the National Academy of Sciences. En principio, el experimento no da para tanto.
© InternetSea lo que sea que usted haga, sea lo que sea lo que usted piensa,... ellos lo saben.
Simplificando mucho las cosas, su principal conclusión viene a ser que las emociones son contagiosas. Posiblemente se trata del efecto experimental más pequeño que jamás se ha publicado en una revista científica. (La
d de Cohen de uno de los análisis es apenas 0.001.) El potencial incendiario del artículo no se debe a su contenido, sino a la metodología empleada. Los autores no se limitaron a llevar a un grupo de 50 participantes al laboratorio y observar su comportamiento, sino que manipularon las actualizaciones de
Facebook de más de 600.000 internautas y observaron cómo cambiaba su comportamiento.
Todo ello sin que los incautos participantes tuvieran la más mínima idea de que se estaba experimentando con ellos.En concreto, los investigadores limitaron el número de actualizaciones de carácter emocional positivo que aparecían en el feed de la mitad de los participantes y limitaron el número de actualizaciones negativas de la otra mitad. Como consecuencia de ello, el primer grupo de participantes empezó a publicar mensajes más negativos que el segundo.
La polémica se debe a que esta investigación no respeta las normas éticas de investigación que sirven de referente para hacer experimentos psicológicos o biomédicos. Uno de los requisitos básicos de cualquier estudio es que los participantes deben saber que sus datos están siendo observados y deben tener una información mínima sobre el estudio que les permita decidir libremente si quieren contribuir a él o no.
Comentario: Y no ha cambiado nada, lamentablemente. Los círculos de pedófilia en el gobierno siguen estando muy bien protegidos.