La disolución de la URSS, en 1991, dio lugar a la aparición de varios Estado nacidos de las divisiones regionales de la Unión Soviética. La pequeña Transnistria, que la administración soviética había vinculado a Moldavia después de la Segunda Guerra Mundial, proclamó su independencia 5 días después que Moldavia.
Los moldavos soñaban con el modelo estadounidense mientras que la población de Transnistria optaba por el de Mijaíl Gorbatchov: construir una nación simultáneamente democrática y comunista. Al año siguiente, en 1992, Estados Unidos trató de destruir la pequeña Transnistria lanzando contra ella un ejército de mercenarios rumanos bajo las órdenes de un consejero especial de la OTAN, el coronel Howard J. T. Steers [
1]. El gobierno del presidente ruso Boris Yeltsin abandonó a la población de Transnistria, pero esta se defendió sola y derrotó a los invasores, conquistando así su libertad.