Es posible que una de las cosas de las que las teorías de conspiración se alimentan, a la vez que el silencio, es de un exceso de información.
¿Qué pensamos al escuchar "teorías de conspiración"? ¿Pensamos en que los alunizajes de la NASA fueron falsos, en que hubo un segundo tirador en el asesinato de JFK, que la CIA descubrió la manera de teletransportar a sus agentes dentro y fuera de espacios privados? En nuestros días y con la creciente paranoia relativa a proyectos como PRISM de la NSA, que virtualmente permite que el gobierno de EU tenga acceso a la información privada de cualquier persona del mundo (incluidos primeros mandatarios como Enrique Peña Nieto de México o Angela Merkel de Alemania), el uso privado que se hace de información pública, así como la justificación para tener acceso a dicha información, es lo que constituye la moderna teoría de conspiración. En otras palabras, ¿qué información está en legítima posesión del gobierno, cuál no, y para qué la quieren?
Vivimos en una era dorada para el crecimiento y reproducción de estas teorías: asumimos que las autoridades siempre tienen segundas agendas, o que un comunicado de prensa arroja siempre pistas falsas para encubrir la verdad. ¿Pero es un asunto de desconfianza en el gobierno o de que los gobiernos en realidad forman un bunker informativo a su alrededor con el objetivo de ocultar la verdad a la gente? El columnista y académico John Naughton explica que "la razón por la que tenemos teorías de conspiración es porque en algunas ocasiones los gobiernos y las organizaciones, de hecho, conspiran."