
De los 84 millones de egipcios, 33 millones salieron a las calles para festejar el golpe de Estado militar.
Aunque sorprendido por la rapidez de los acontecimientos, Thierry Meyssan celebra la destitución del gobierno de la Hermandad Musulmana, que anticipaba hace un año. Mientras la prensa atlantista respaldaba a Mohamed Mursi e injuriaba a Bachar al-Assad, Meyssan expresaba la opinión opuesta y denunciaba la «primavera árabe» como una manipulación. El pueblo egipcio acaba de dar su veredicto.
Al cabo de 5 días de manifestaciones multitudinarias que exigían la partida del presidente Morsi, el ejército egipcio destituyó al mandatario y designó al presidente de la Corte Constitucional para asumir la jefatura del Estado hasta la convocación de nuevas elecciones.
Para entender la importancia del acontecimiento se hace necesario resituarlo en su contexto.