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Tanta sangre, tantas lágrimas, tanta injusticia ejecutada por la ANR (partido colorado) condujo el proceso histórico de Paraguay a un quiebre de poderes en el año 2008. Si bien una improvisada y tambaleante democracia parece abrirse paso dos décadas atrás (al finalizar la dictadura Stronista), no es hasta el fenómeno de hartazgo psicosocial que toma cara en Fernando Lugo que el pueblo paraguayo logra su primera victoria democrática luego de largas décadas de sometimiento impuesto por la dictadura y su inercia estructural adaptativa siempre amparada y auspiciada por el imperio mundial.
En 2008, cuando Nicanor Duarte Frutos intentaba su reelección presidencial, gracias al trabajo sostenido de organizaciones sociales, en especial las campesinas, se logró generar una fuerza política capaz de aprovechar un momento de inestabilidad política dentro de la ANR para insertar una esperanza a gran escala que para bien o para mal la encarnó Lugo, lo cual pudo haber sido peor, no olvidemos que un tiempo atrás el mafioso Lino Oviedo casi montó aquella ola perfilándose como la salvación napoleónica. Lo cierto es que aquella inestabilidad se inició en una disputa interna de poder (protagonizada por el super-ego de Nicanor), donde el partido colorado deja vulnerable un flanco y es vapuleado por el oportuno ataque simultáneo de todos los sectores opositores, incluso de su hermano gemelo cómplice: El PLRA (partido liberal), que lo traiciona buscando incrementar substancialmente su cuota de poder.