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Ali Shuruf prende las luces e ilumina una colorida sala de estar que contrasta con la vista exterior, todo gris. Su casa da literalmente a un muro, pero no a cualquiera sino a la barrera de hormigón de ocho metros de alto que separa a palestinos de israelíes.
"Desde la sala se ve el muro. De la cocina, de la terraza, siempre el muro que nos encierra por el este, el oeste y el sur", dijo Shuruf, un constructor palestino, señalando una jaula con un perico australiano que da saltos.
"Somos como pájaros enjaulados", apuntó. "La libertad termina aquí", añadió. Desde el techo de la casona, Shuruf muestra el resplandor de las luces detrás del lado este del muro.
"Esta es la separación entre árabes y judíos" en Jerusalén oriental.
Shuruf construyó la vivienda de tres pisos con sus hermanos, y cada uno ocupa uno de ellos con su familia. El barrio judío adyacente, Neve Ya'akov, está ubicado dentro de los límites del municipio de Jerusalén, al igual que Ar-Ram. Pero el primero está dentro del perímetro del muro, y el segundo, afuera. Tras la ocupación israelí de Jerusalén oriental en 1967, la planificación urbana incluyó la construcción de centros comunitarios, comerciales, médicos y deportivos, así como escuelas, plazas y sinagogas para la población judía. Debido a que barrios como Neve Ya'akov quedaron en la parte ocupada de la ciudad, también consideraron necesario un muro de protección. "Jugábamos al fútbol juntos. Ahora estamos desconectados", se lamentó Fadhi Hijazi, amigo de uno de los hijos de Shuruf.