"Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria en el planeta" (Plan de la Patria).
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Después de los sucesos del 11/09/2001 el consenso nos dijo que imperó el unilateralismo como "regla de juego" de las Relaciones Internacionales. EE.UU contó con la simpatía y el consenso solidario del mundo y no se aceptaba disidencia alguna; sin embargo, esa "luna de miel" duró poco, entre otras razones, porque las acciones de ese país no hacen otra cosa que incrementar el sentimiento antiestadounidense. Para muestra un botón: sus recientes posturas en los debates en la OEA ante la arremetida de los "fondo buitres" contra la soberanía argentina y en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre la masacre del Estado de Israel contra el pueblo palestino de Gaza, donde en ambos, quedó del lado de los agresores.
El 6 de febrero de 1997 la Comisión de las Fuerzas Armadas del senado escuchó la declaración del general Patrick Hugues, director de la Agencia de Información de la defensa (DIA) en los siguientes términos sobre China.
"En resumen, China es una de las escasas potencias que dispone del potencial necesario-político, económico y militar- que le permitiría convertirse de aquí a diez o veinte años en una amenaza regional significativa para los intereses norteamericanos".
Hoy, a la luz de lo que viene ocurriendo, este general se quedó corto, primero, no hubo que esperar tanto tiempo para que China se convirtiera en una "amenaza" significativa para los intereses de Estados Unidos y segundo, esa "amenaza" ya no es sólo regional, ahora es mundial. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), China tiene un peso económico oficial de 17,61 billones de dólares contra 17,4 de los Estados Unidos.
Ahora estamos, según el periodista italiano Claudio Gallo, ante dos posturas globales muy diferentes:
la visión imperial de EE.UU., compartida por el moderno pueblo en la ciudad sobre la colina, que no puede concebir su negocio global sin dominación, y el punto de vista chino, cuyo único interés es aparentemente el comercio puro. Este periodista señala: "Pekín es probablemente consciente de que su sistema político no es adorado en todo el mundo", pero, a diferencia de EE.UU., fuera de sus fronteras el gigante asiático no trata de imponer su sistema, por tanto: "la concepción estadounidense conduce inevitablemente a conflictos, mientras que la china es más abierta a establecer relaciones constructivas".
Hay evidencias de que nos encontramos en un tránsito hacia un mundo multipolar y multicéntrico. Veamos algunas:
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