Javier Milei ha pasado de ser un desconocido fuera de Argentina a convertirse en uno de los nombres propios del año. Su éxito en las elecciones primarias del país al frente del partido La Libertad Avanza es solo la piedra final de una pirámide política y mediática que se ha venido construyendo desde hace 10 años, cuando el ahora candidato a la Presidencia era tan solo un personaje popular y recurrente en los platós de televisión por su estilo directo y alborotado de atacar a los sucesivos gobiernos y plantear su principal receta para el futuro argentino: propuestas sencillas a problemas complejos.

© Agustin Marcarian (Reuters)
Javier Milei, candidato a la Presidencia de Argentina.
El éxito de su candidatura no es casual y como gran parte de las propuestas radicales bebe del malestar y del descontento de un país acuciado por la inflación, la desconfianza en la clase política y la creciente sensación de inseguridad. Milei ha
sabido leer el malestar de la sociedad y construir su programa electoral en torno a él. Sus planes, aunque suenen sencillos, tendrían un gran impacto en la economía y la sociedad y sacudirían por completo los cimientos económicos y sociales hasta dejar una nación muy diferente, todo ello en un plazo de 35 años.
El «liberal libertario» y «anarcocapitalismo» -
tal y como se ha definido él mismo en repetidas ocasiones- ya no es solo un fenómeno en las redes sociales,
donde sus videos atesoran millones de visualizaciones. Sus propuestas y sus comparecencias son cuanto menos polémicas, en especial su oposición del aborto o su postura favorable a la venta de órganos como si fuera «un mercado más». Economista de estudios y con un pequeño paso en el mundo de la música a través de una pequeña banda de Rock, la nueva sorpresa de la política argentina es ahora un firme candidato a la Presidencia del país en octubre de 2023,
momento en el que espera recuperar la bonanza que tenía el país, siguiendo el viejo lema de Donald Trump en su carrera presidencial y
hacer a Argentina grande otra vez.
Comentario: Un indicador de lo imposible e idiota que es pretender destruir la conexión natural entre Rusia y Europa.