Uno de los aspectos menos conocidos en la conflictiva geopolítica del año que acaba de terminar ha sido
la carrera hacia la adquisición y el 
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control de tierras fértiles en el planeta -una buena parte del continente africano y amplias extensiones en América Latina- por parte de potencias ricas o emergentes, mostrando la que va a ser una clave decisiva en las relaciones internacionales del siglo XXI.
Hace un par de semanas, el Parlamento de Argentina, uno de los líderes mundiales en producción de alimentos, aprobó una ley para poner coto a la venta de su territorio a extranjeros, que ya alcanza el 10 por ciento, con objeto de que nunca supere el 15 por ciento, y poniendo límites a la extensión de propiedades foráneas en suelo argentino.
Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
en el 2011 se dispararon los precios de los alimentos y la fiebre por la adquisición multinacional de tierras cultivables y de zonas ricas en agua.
Los países más pudientes estarían comprando inmensos territorios en toda el África subsahariana a fin de crear explotaciones agrícolas destinadas a la alimentación o a la producción de agrocombustibles. Su director saliente, Jacques Diouf, pone el dedo en la llaga:
"Estados y empresas occidentales están interviniendo millones de hectáreas de tierras agrícolas de países en desarrollo para asegurar su aprovisionamiento alimentario a largo plazo".
La multiplicación de estas transacciones (que alcanzan un territorio equivalente al total de Europa Occidental) podría entrañar, según Diouf,
"una forma de neocolonialismo: Estados pobres produciendo alimentos para los países ricos a expensas de su propia población hambrienta".
En una gran parte del continente africano -Mozambique, Sudán del Sur, Tanzania, Etiopía, Uganda, Zambia, Liberia, Madagascar, Uganda, Congo- se está produciendo un auge en compra de tierras por parte de países y compañías extranjeras que, según el Banco Mundial, en la mayoría de los casos implica el desplazamiento de las comunidades locales y de sus cultivos tradicionales.