Fuego en el Cielo
"Por razones que no entendemos del todo, la tasa de meteoritos brillantes aumentan durante las semanas próximas al equinoccio de primavera", apunta Bill Cooke, del Centro de Meteoritos de la NASA.
En otras épocas del año cualquier aficionado a la astronomía puede ver esporádicamente al atardecer unos diez meteoritos o "esporádicas" bolas de fuego, con un brillo superior al del planeta Venus.
Sin embargo, en primavera la Tierra es bombardeada con esos fragmentos desprendidos de algún asteroide o cometa descompuesto en el sistema solar, hasta un 30 por ciento más.
Este fenómeno es conocido desde hace más de 30 años, indicó Cooke, que explicó que no sólo aumenta la presencia de las bolas de fuego sino que también de las rocas espaciales que aterrizan en la Tierra.
El trabajo fue realizado en asociación con el astrónomo italiano Alessandro Morbidelli, investigador del Observatorio de la Cote d'Azur, de Niza (Francia), informó hoy la Unesp en su portal. La edad aproximada de los cuerpos celestes fue calculada a partir de simulaciones y modelos matemáticos, según la investigación, que fue destacada en la última edición de la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Carruba es responsable por el proyecto "Dynamics and origin of asteroid families", una de las iniciativas apoyadas por la Fapesp.
Los astrónomos conocen como familia de asteroides a los grupos de cuerpos que dividen un origen común en la explosión de sus progenitores. Cada conjunto recibe el nombre del asteroide con identificación numérica mayor, que, en este caso, es el 1222 (Tina), descubierto en 1932 por el astrónomo belga Eugene Delporte.
En realidad, fue a principios de los noventa cuando el historiador molinense, Felipe González Caballero, informó al Ayuntamiento acerca de la historia de este meteorito, del que no se había hablado anteriormente. En 1998 se mostró en una exposición junto con otros ejemplares, en la sala La Cárcel de Molina de Segura. En el Museo de Ciencias Naturales se dispone de la información de su caída, ocurrida el 24 de diciembre de 1858 a las 2.45 horas, información que suministró Rafael Martínez-Fortún.
Se trata del comunicador de Radio Nexo, Ricardo "Ciclón" Suarez, quién expresó muy seriamente que el tema debe ser investigado, "ya que no es posible que varios auditores llamen a la radio y señalen haber visto lo mismo, generando al menos cuatro focos de incendio simultáneos".
A pesar de eso Suarez dijo que "quiero que la gente sepa que nosotros no hicimos correr el rumor del supuesto meteorito, esto bajo ningún motivo, tenemos las grabaciones incluso y no inventamos nada, sólo creímos en nuestros auditores".
"En la radio el primero en conocer la noticia fue el locutor Sergio Salinas, el sacó al aire la tarde del miércoles (día y hora del siniestro) a un auditor que relató el hecho, y al otro día como yo conduzco un programa de música y noticias desde las 7 de la mañana, nos llamaron más auditores quienes nos señalaban haber visto caer un objeto de color rojizo desde el cielo la tarde anterior", comentó. Información -que según dijo- posteriormente comentó en Twitter.
Bomberos tenía desplegadas todas sus fuerzas en la comuna, y a su trabajo, se sumaría personal de La Calera y La Cruz, además de efectivos de la Conaf, 2 aviones y un helicóptero. La labor fue intensa, principalmente en el foco instalado en el paradero 5 de Quillota. En cuestión de minutos, el fuego consumió 10 hectáreas, provocando que las llamas pasaran a metros de la Villa Rinconada y el Colegio Terranova.
Todo era dentro de lo normal para este tipo de emergencias, hasta que en un momento declaraciones de vecinos comenzaron a hablar de objetos de fuego que cayeron en el lugar a minutos de iniciarse el fuego. Otros, incluso sumaron constantes estruendos, como quedó consignado en muros de Facebook y grabaciones de la Radio Nexo y Libra de Quillota, emisoras que recibieron las denuncias de los vecinos.
Un filamento de gran magnetismo y plasma caliente despegó del extremo suroeste del sol, hoy, 19 de marzo, cerca de las 12:00 hora universal. La erupción no se dirigió hacia la Tierra, pero fue un ícono. Basta con mirar a esta foto registrada por Solar Dynamics Observatory de la NASA:
Muchos astrónomos aficionados en Europa fueron testigos de la explosión y dijeron que era la más grande que jamás habían visto. Este evento continúa la reciente tendencia de aumento en la actividad solar, y muestra de nuevo que el Ciclo Solar 24 está ganando fuerza tras un largo período de relativa calma.
De acuerdo con el presidente de la Sociedad de Astronomía del Caribe (SAC), Eddie Irizarry, se trató de un bólido, que es un fragmento de meteoro de gran tamaño que entra a la atmósfera y debido a la fricción genera calor y se ve como una llamarada de fuego.
Aunque Irizarry no lo vio, basado en los testimonios de quienes sí lo observaron, concluyó que el bólido se dirigía hacia el noreste, pues fue visto desde Caguas hacia Luquillo.
"Todo el mundo coincide en que lució verde. Iba dejando una estela, que eso concuerda con que se está desintegrando", indicó el experto. "Pudieron ver que justo antes de llegar a la superficie se desintegró", continuó.
El doctor Efraín Vidal, vicepresidente de la SAC, explicó por su parte que el bólido "mientras va bajando, va quemándose. A veces tiene bolsillos de aire, lo que hace que cuando se calienta mucho, el gas se expande y explota".

La mancha solar 1166, causante de las auroras boreales, el 7 de marzo, a punto de dejar de ser visible.
El 10 de marzo fue el día de las auroras boreales en gran parte de América del Norte, espectáculos debidos a la mayor de tres tormentas solares detectadas dos días antes por los satélites, que procedía de una gran mancha, la número 1166.
En Europa, debido a la configuración del campo magnético terrestre, las auroras no llegaron a latitudes tan bajas.
Esta erupción, la segunda de clase X en menos de un mes, tras cuatro años de ausencia de estos fenómenos (los mayores que se producen en el Sol), es un indicador más de la creciente actividad solar cuando la estrella entra en su ciclo número 24.
El 9 de marzo terminó con una poderosa explosión solar. Satélites que orbitan la Tierra detectaron una gigante explosión solar clase X1.5 en la mancha solar 1166 cerca de las 2323 UT. Una película de Solar Dynamics Observatory de la NASA muestra un destello brillante de radiación UV, más un poco de material que se lanzó fuera del lugar de la explosión:
Un primer vistazo a las imágenes coronográficas de la nave STEREO-B de la NASA sugieren que la explosión impulsará una eyección de masa coronal (CME) hacia la Tierra. Sin embargo esta conclusión es preliminar, por lo que vuelva más tarde para las actualizaciones.
Después de cuatro años sin ningún tipo de esta actividad, el sol ha producido dos de las explosiones de gran alcance en menos de un mes: 15 de febrero y 9 de marzo. Esto continúa la reciente tendencia de aumento de la actividad solar, y pone de manifiesto que el Ciclo Solar 24 se está calentando. Pronosticadores de NOAA estiman una probabilidad del 5% de más llamaradas X durante las próximas 24 horas.

La primera caída se produjo en Oviedo, el 5 de agosto de 1856, y la segunda, en Cangas de Onís, el 6 de diciembre de 1866.
El evento más conocido fue el que ocurrió en el tránsito Cretácico-Paleógeno, responsable de haber concluido con los dinosaurios. En la explicación de las causas del ocaso total de estos gigantescos vertebrados jugó un papel prominente un geólogo de ascendencia asturiana, el profesor de la Universidad de Berkeley en California, Walter Álvarez, investido en 2008 doctor honoris causa por nuestra alma máter. El grupo de investigadores liderado por Luis Álvarez (premio Nobel de Física en 1968) y su hijo Walter descubrieron en estratos del límite Cretácico-Paleógeno, de varias zonas del mundo, concentraciones anormalmente altas de iridio que interpretaron procedentes de una gran colisión, ya que este metal es raro en la corteza terrestre pero abundante en los meteoritos. En la década de los 80, la 'hipótesis Álvarez' fue recibida con reticencia por la comunidad científica internacional, pero las pruebas se fueron acumulando a su favor, disipándose las dudas con el estudio detallado de una enorme estructura de impacto, de más de 180 kilómetros de diámetro (cráter de Chicxulub), en la península de Yucatán (México), que fue datada con una edad de hace 65 millones de años, es decir, en el lapso atribuido a la desaparición de los dinosaurios. Este hallazgo dio paso a la 'hipótesis de los múltiples impactos', basada en la colisión de varios meteoritos con la Tierra (o de un asteroide que se fragmentó) en el periodo cronológico señalado, e incluso se sugirió que en la extinción pudieron haber colaborado las erupciones volcánicas al provocar el polvo y los gases desprendidos un efecto invernadero.