Como se esperaba, el asteroide descubierto hace unos días por uno de los telescopios de vigilancia espacial del Observatorio Astronómico de Mallorca se acercó la noche del jueves a la Tierra y pudo ser observado por astrónomos de todo el mundo. Los aficionados a mirar al cielo ya llevaban varios días pendientes de la roca, de unos 60 metros de diámetro, y habían conseguido capturarla con sus cámaras. El interés de este bólido radica en su cercanía a nuestro planeta -esta noche, sobre las 21.00 horas, realizará su máxima aproximación y se situará a 533.000 kilómetros de la distancia, cerca de la órbita de la Luna-, pero también en su rápido período de rotación, superior a los siete minutos, que ha sorprendido a los científicos. Imágenes de vídeo obtenidas el pasado lunes muestran cómo el objeto, denominado 2011 GP59, parpadea cada cuatro minutos en su viaje a través del cielo nocturno.
Fuego en el Cielo
Como se esperaba, el asteroide descubierto hace unos días por uno de los telescopios de vigilancia espacial del Observatorio Astronómico de Mallorca se acercó la noche del jueves a la Tierra y pudo ser observado por astrónomos de todo el mundo. Los aficionados a mirar al cielo ya llevaban varios días pendientes de la roca, de unos 60 metros de diámetro, y habían conseguido capturarla con sus cámaras. El interés de este bólido radica en su cercanía a nuestro planeta -esta noche, sobre las 21.00 horas, realizará su máxima aproximación y se situará a 533.000 kilómetros de la distancia, cerca de la órbita de la Luna-, pero también en su rápido período de rotación, superior a los siete minutos, que ha sorprendido a los científicos. Imágenes de vídeo obtenidas el pasado lunes muestran cómo el objeto, denominado 2011 GP59, parpadea cada cuatro minutos en su viaje a través del cielo nocturno.
Entonces encontró enterrada una curiosa piedra. "Al principio me pareció que podía ser escoria de fundición o diferentes piedras unidas por cemento. Lo que más me sorprendió era su peso. Era un material muy denso", recuerda este alsasuarra. En este sentido, explica que el aerolito tiene un diámetro de 26 centímetros y un grosor de 10 centímetros, alcanzando un peso de 6,7 kilogramos. Si bien no le dio demasiada importancia, apartó la piedra junto a una escalera, donde ha permanecido estos últimos 16 años. Volvió a reparar en ella hace unas semanas, cuando fue a desmontar las colmenas. "La lavé y se desprendió un poco de un material que parecía cuarzo.
Lo cogí y lo llevé a la relojería Norte para que me dijeran qué mineral era". Allí le confirmaron su sospecha de que podría ser un aerolito, un meteorito pétreo. En este tiempo, Francisco Guridi, que es una persona inquieta y estudiosa, se está convirtiendo en un experto en aerolitos. "Son masas minerales procedentes de los espacios siderales que llegan atraídas por la tierra cuando pasan a poca distancia. La caída de los aerolitos va casi siempre acompañada de fenómenos luminosos como estrellas fugaces", explica este alsasuarra.
El "2011 GP59," como ha sido bautizado provisionalmente por la Unión Astronómica Internacional, tiene una dimensión cercana a los 60 metros y fue detectado en la noche del pasado 8 de abril.
El centro mallorquín informó hoy del descubrimiento de este objeto a través de su estación robótica de detección y seguimiento de Asteroides Cercanos a la Tierra (NEOs) de la sierra de La Sagra (Granada, en el sur de España).
En su comunicado, el centro astronómico mallorquín que se encuentra en el centro de esta isla balear, en Costix, explica que tras su hallazgo el asteroide fue seguido por otros observatorios y su descubrimiento fue comunicado al Centro de Planetas Menores de Boston (MPC), determinándose que su órbita inicial es cercana pero no peligrosa para la Tierra.
Según los astrónomos se trata de la mejor oportunidad de observar y estudiar un Asteroide Cercano a la Tierra (NEO) de los últimos años debido a su buena localización en el cielo, su relativo lento desplazamiento, su tamaño y su proximidad a la Luna.
El hecho quedó ahí. Sin embargo, las autoridades ya investigan que fue lo que surcó los aires puesto que hay antecedentes de meteoritos. El director de Protección Civil de Boca del Río, Isidro Cano Luna, consideró que no son ocurrencias que ciudadanos aseguren que vieron una bola de fuego la noche del viernes, pues hace años sucedió un fenómeno similar que tuvo explicación científica.
"Lo de anoche puede ser un bólido pero no se los podía confirmar porque no lo presencié pero estadísticamente si hay ese antecedente de que en la década de lo sesentas pasó un bólido frente a lo que es la costa central de Veracruz. Se creía que se había ido a impactar en una zona del estado, en las montañas, pero no fue así. Todo indica que se perdió dentro de la misma parte de tierra", comentó.
Un testigo del avistamiento, Luis Marín, dijo a ELNUEVODIA.COM que vio el objeto desde el área del Escambrón en Puerta de Tierra hasta cerca del Capitolio, donde lo fotografió.
Marín dijo que primero pensó que veía la estela que a veces deja un avión en la atmósfera, pero luego vio al objeto luminoso en el cielo, hasta que finalmente se desintegró.
El vicepresidente de la Sociedad de Astronomía de Puerto Rico (SAPR), Víctor Román, explicó que diariamente caen al planeta unas 100 toneladas de material procedente de meteoritos. Es "normal y natural" dijo Román, sobre las observaciones que cada vez se reportan más en Puerto Rico.
Esta época del año es la que más "bolas de fuego" se ven en el cielo, indicó la Nasa en su página web.
"Por razones que no entendemos del todo, la tasa de meteoritos brillantes aumentan durante las semanas próximas al equinoccio de primavera", apunta Bill Cooke, del Centro de Meteoritos de la Nasa. La primavera boreal, es decir, el otoño para el sur.
En otras épocas del año cualquier aficionado a la astronomía puede ver esporádicamente al atardecer unos diez meteoritos o "esporádicas" bolas de fuego, con un brillo superior al del planeta Venus. Sin embargo, en primavera la Tierra es bombardeada con esos fragmentos desprendidos de algún asteroide o cometa descompuesto en el sistema solar, hasta un 30 por ciento más.
Una tremenda tormenta solar desatada esta madrugada pone en alerta a todos los sistemas de vigilancia del astro rey. Un video de la sonda Stereo Ahead capturado el domingo por la madrugada muestra la tremenda intensidad de la explosión.
Los expertos están, esta vez, todos de acuerdo: una tormenta geomagnética como la que impactó la Tierra a mediados de febrero no es un fenómeno aislado. Y a pesar de que la que nos golpeó la semana pasada, hasta ahora la más potente del actual ciclo solar, no tuvo mayores consecuencias, en futuras ocasiones podríamos no tener tanta suerte. Un fenómeno similar, en efecto, tiene la potencia necesaria para acabar, de un solo golpe, con la sociedad tecnológica del mundo moderno.
Una tormenta solar lo suficientemente fuerte, en efecto, podría desestabilizar, incluso de forma catastrófica, una buena parte de nuestra tecnología. El mundo moderno, afirmaron el sábado diversos especialistas durante la reunión de la Sociedad Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), depende en exceso de la red de satélites. Navegación marítima y aérea, sincronización entre computadoras, redes de telecomunicaciones, sistemas GPS, aparatos electrónicos de todo tipo... Tecnologías, todas ellas, extremadamente vulnerables a los "cambios de tiempo" espacial.
Los descubrimientos indican que los anillos de un planeta pueden actuar como un registro gigante, conservando el efecto de cada cometa que pasa. El estudio de los patrones de sutiles espirales que dejan estos cometas tras su paso permite a los científicos reconstruir la historia de los años de impactos e incluso décadas después.
Los hallazgos podrían también proporcionar una nueva forma de estudiar los cometas del exterior del sistema solar. Al examinar los cambios en los anillos planetarias, los científicas podrían ser capaces de descifrar la frecuencia con la que los cometas y otros pequeños objetos se encuentran con los planetas y por ello determinar cuántos de estos pequeños objetos existen en el sistema solar.
"Por razones que no entendemos del todo, la tasa de meteoritos brillantes aumentan durante las semanas próximas al equinoccio de primavera", apunta Bill Cooke, del Centro de Meteoritos de la NASA.
En otras épocas del año cualquier aficionado a la astronomía puede ver esporádicamente al atardecer unos diez meteoritos o "esporádicas" bolas de fuego, con un brillo superior al del planeta Venus.
Sin embargo, en primavera la Tierra es bombardeada con esos fragmentos desprendidos de algún asteroide o cometa descompuesto en el sistema solar, hasta un 30 por ciento más.
Este fenómeno es conocido desde hace más de 30 años, indicó Cooke, que explicó que no sólo aumenta la presencia de las bolas de fuego sino que también de las rocas espaciales que aterrizan en la Tierra.