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La deshumanización que vivimos parece que no tiene límites. Gracias a la
Asociación El Defensor del Paciente he tenido acceso a la carta de la madre de una
mujer violada el domingo pasado que
no tuvo ayuda de la policía de su pueblo cuando les llamó y en el
hospital prácticamente ni la atendieron. La mujer, de 30 años de edad, se dirigía el domingo desde Villanueva de Castellón a su pueblo, que está a dos kilómetros. Recorría una carretera muy transitada ya que existe un complejo de restaurantes y piscina enorme. Cuando estaba aproximádamente a diez metros de la piscina la atacaron dos individuos que salieron de un campo de naranjos que está casi pegado a la piscina. La golpearon y mientras uno la cogía de las manos y otro de la cabeza la violaban sin parar y se
reían y burlaban porque estaba con la menstruación.
Si el relato les parece duro -a mí se me revuelven las tripas- imagínense que, como les digo, lo ha escrito de su puño y letra la madre. Cuando los agresores acabaron la golpearon de nuevo y se marcharon. Su víctima en ningún momento perdió el conocimiento y caminó entre los naranjos hacia su casa que está a unos diez minutos a pié. Llevaba la ropa rota. Mientras llegaba a su vivienda no dejó de llamar a la Policía municipal del pueblo pero
nadie contestó a la llamada (según el alcalde, desde las 5 de la mañana hasta las 3 de la tarde no hay nadie en el puesto por falta de presupuesto). Ella por miedo a lo que pudiera ocurrir no llamó a su marido pero como no le cogían la llamada en el puesto policial lo localizó y rápidamente acudió toda la familia y la Guardia Civil, que tardó 20 minutos.